“Pues, ¿quien ha conocido la mente del Señor?, ¿o quien llego a ser su consejero?,” Romanos 11.34
Somos tan pequeños, tan incapaces, que no alcanzamos la Mente y la Sabiduría del Dios Supremo. Por lo tanto, ¿cómo el hombre podría el hombre tener la audacia de cuestionar algo al Todopoderoso? Aun así, Él tiene paciencia y misericordia para comprender nuestras debilidades.