Es imposible que un hombre logre o realice algo en su vida si no está definido en su fe. Su matrimonio, su vida económica, su familia, y principalmente su salvación dependen de que él se guíe a través de la definición de la fe. Esto se puede resumir en la fuerza que genera valentía, osadía, que le quita el recelo y lo impulsa a enfrentar los desafíos y a vencer. El profeta Elías, por ejemplo, enfrentó solo a 850 profetas con un único objetivo: Estaba definido a vencer ese obstáculo, a probar su fe, a terminar con la humillación que el pueblo de Israel atravesaba.
“Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.”, (1º Reyes 18:19).
Y venció a todos. ¡Un único hombre cambió la historia de miles! ¿Y qué ha hecho que usted sea un hombre que pierde sus batallas? ¿Cuántos existen hoy sin brío, sin fuerza, sin motivación, porque en su interior no son definidos, no son determinados, y justamente a causa de esto, siempre se frustran y pierden? ¿Es este su caso? ¡Dentro suyo está la oportunidad de cambiar! El propio Elías le cuestionó al pueblo de Israel: “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?…”, (1º Reyes 18:21) ¿Hasta cuándo estará dividido dentro de sí mismo y no tomará una actitud para cambiar su vida? Defínase ahora, diga: “YO SOY EL ELÍAS DE HOY”, y aunque usted crea que está solo en esta lucha contra los problemas, Dios le mostrará que está con usted y los vencerá.