“Sabiendo yo, Dios mío, que tú pruebas el corazón y te deleitas en la rectitud, yo he ofrecido voluntariamente todas estas cosas en la integridad de mi corazón; y ahora he visto con alegría a tu pueblo, que está aquí, hacer sus ofrendas a ti voluntariamente.” 1 Crónicas 29:17
El rey David tenía el placer de ofrendar en la Casa de Dios, con grandes cantidades, pero primero, con sinceridad él ofreció su propia vida al Altísimo, pues esa era la mayor ofrenda que agradaría al Señor. Así se convirtió en ejemplo para todo su pueblo, que también servía y ofrecía con la misma alegría.