“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. Yo Soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer. El que en Mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en Mí, y Mis Palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Juan 15:4-7
¿Ya se detuvo a pensar en el significado de la palabra permanecer?
Según el diccionario, permanecer significa estar, no moverse, mantenerse en un lugar o estado.
Jesús dijo: “Permaneced en Mí y Yo en vosotros”, no en una religión ni en un hombre, sino en Él.
Las promesas de Dios son condicionales. Para tener la residencia de un país por ejemplo, hay que permanecer en él. Hay personas que no permanecen en Jesús, son como turistas. Vienen y se van. Cuando sienten dolor vuelven, y después se vuelven a ir.
El turista no tiene los mismos derechos que aquel que permanece.
“Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí.”
En el tronco nacen las ramas y, si una rama se separa, se seca, porque necesita permanecer en el tronco. Jesús dice eso porque muchos no permanecen y se secan. Son turistas, ¡y Él no quiere turistas en la fe!
“Yo Soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer.”
No todos llevan mucho fruto, solo el que permanece.
Esta es la razón del sufrimiento de muchas personas, piensan que separadas de Jesús pueden hacer algo.
Hay personas que tienen mucho dinero pero son depresivas, no son felices. El dinero no compra paz ni felicidad, compra una casa pero no compra un hogar. Nadie debe pensar que puede hacer algo separado de Él.
El ser humano despierta por la mañana ya nervioso y preocupado porque no permanece en Él.
Si por las mañanas al despertar, antes de apoyar los pies en el piso, dobla las rodillas, Le agradece a Dios por haber despertado, Le entrega ese día y Le pide que la guarde, Le pide Su dirección, Le da gracias por lo que come y, al llegar la hora de descansar, Le pide que bendiga su noche, esa persona estará guardada por Él, porque está en Su dependencia.
¿Cómo estar guardado, si no se hace eso, en este mundo en el que uno sale de la casa por la mañana y no sabe si se va a regresar?
Las personas dependen de la fuerza de sus brazos, pero esa fuerza falla y se acaba, ¡solo Jesús es fuente de una fuerza que no falla y no se acaba!
“El que en Mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en Mí, y Mis Palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.”
Si la persona está con Él en las buenas y en las malas, si no es turista, todo lo que pida le será hecho.
Si permanece quiere decir si obedece a Su Palabra.
¿Es a todos que se les dará lo que pidan?
¡No!
Solo a los que permanecen el Él.
No hay que ir a la iglesia por obligación, sino con placer.
Nadie debe pensar que Le hace un favor a Dios yendo a la iglesia, Él no nos necesita a nosotros, ¡somos nosotros los que Lo necesitamos!
La persona debe reconocer que todo lo que tiene se lo ha dado Dios, y por eso debe permanecer en Él con alegría y placer.
Es como dijo David: “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? porque todo es Tuyo, y lo recibido de Tu mano Te damos.” 1 Crónicas 29:14
Debemos buscarlo para agradecerle y honrarlo. Debemos permanecer y reconocer que sin Él nada podemos hacer.
Él nos guía, nos cuida en las buenas y en las malas y, cuando pasamos por problemas, nos dice: “No temas ¡porque Yo estoy contigo!”
Cuando nos entregamos y permanecemos, ¡donde vamos vencemos!
Quien permanece en Jesús va a tener problemas, ¡pero va a vencerlos!
Quien permanece tiene derechos, puede pedir lo que quiere y necesita seguro de que va a recibir, y además tendrá paz, ¡porque el Señor Jesús es el Príncipe de la Paz!
¡Piense en esto!