Tal vez usted sea una de aquellas personas que afirman no creer en Dios, o una de aquellas que incluso creen, pero se dicen enemigas de Él. Este tema es para usted.
Imagínese delante de una puerta. Ella representa el día de su muerte. Y del otro lado es posible notar dos caminos: la propuesta hecha por Dios y su escepticismo.
Ahora, reflexione por un instante. Si usted logra seguir el camino propuesto por Dios, también tiene como promesa una eternidad feliz.
Por eso, si escoge su escepticismo puede ser que esté equivocado. Por lo tanto, su destino será la condenación eterna.
Tiene un 50% de chance de estar equivocado. Y si eso sucede, el sufrimiento será por toda la eternidad. Porque en el momento en que el alma se despega del cuerpo, no sirve de nada decirle a quien venga a buscarla que no cree en lo que ve. Por otro lado, si sigue la Biblia, no hay nada que perder, solo que ganar.
En conclusión, la pregunta es: ¿Vale la pena “ver” para creer?