“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Juan 11:25-26
El Señor Jesús le hizo esta pregunta a Marta y nos la hace hoy a todos.
¿Puede un muerto creer en Jesús?
Él dijo que aunque alguien esté muerto, si cree en Él, ¡vivirá!
Obviamente, estos “muertos” son los muertos-vivos, personas que legalmente están vivas, pero no tienen vida.
Hay muchísimas personas que no tienen vida, que tienen problemas en la familia, el hijo en las drogas, que no tienen paz. Tienen un vacío dentro de sí, están depresivas. Pueden tener mucho dinero, pero están vacías. El dinero puede comprar una casa pero no puede comprar un hogar. Hay quienes dicen: “¡Daría todo lo que tengo por un poco de paz!”
Si la persona está en esa situación, y cree en Él, entonces ¡al instante va a recibir vida!
Pero cuál es la condición, ¡la condición es creer!
Jesús les dijo a los discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En Mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Marcos 16:15-18
Las señales seguirán a los que creen, ¡no a todos!
Todas las promesas de Dios están condicionadas a CREER.
Quien no cree no recibe nada.
Si la persona cree, Dios la levanta, le da vida, le da salud desde lo alto de la cabeza hasta la planta de los pies, en su sangre, en sus huesos, en sus órganos vitales y en su alma. La libera del rencor y del odio. El Espíritu Santo la resucita, lava su vida para que nunca más haya dolor.
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Si alguien estaba muerto y creyó en Jesús, ¡ahora está vivo!
Pero un día la persona va a morir de hecho.
El cuerpo volverá al polvo “Del polvo saliste y al polvo volverás”.
El espíritu que le da vida volverá a Dios.
Pero, con respecto al alma, es la persona quien escoge hacia dónde irá.
El alma solo tiene 2 destinos.
Puede ir al cielo, a la Nueva Jerusalén, para vivir con Jesús por toda la eternidad, donde no habrá necesidad de luz porque la gloria de Dios lo alumbrará todo, y disfrutará de eterna paz.
La otra posibilidad es el reverso, es el lago de fuego y azufre donde serán echados el falso profeta, la bestia, los adúlteros…
En el cielo descansará, pero en el lago de fuego y azufre no habrá descanso ni de día ni de noche.
Es la persona quien decide el destino de su alma de acuerdo a su obediencia o no a la Palabra de Dios.
¿O acaso Dios es injusto y todos irán hacia el mismo lugar?
Jesús prometió que quien cree en Él, nunca morirá.
¿Cree usted en esto?
Si la persona tiene algún temor de la muerte, alguna incertidumbre sobre el destino de su alma, debe entregarle su vida a Él.
Los que se entregan y viven una vida correcta obedeciendo a Su Palabra saben que si mueren, solo muere su cuerpo, pero su alma vivirá eternamente con Dios. Por eso el apóstol Pablo dijo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” Filipenses 1:21.
Quien vive en Cristo no tiene miedo de morir. ¡Va a estar adorando a Jesús por toda la eternidad!
Las personas quieren tener prosperidad, tener su casa, su familia, y eso no está mal. Pero cuánto puede durar, ¿100 años?
El tiempo pasa rápidamente, las horas y los minutos hoy parecen pasar más rápido. Y nuestra vida algún día terminará… ¿y después?
No se puede pensar que viviendo una vida incorrecta de pecados entraremos al Reino de Dios.
Él nos da libre albedrío.
Nosotros en la Universal queremos que las personas prosperen y que tengan su familia y cumplan sus sueños, pero lo que más queremos es que sean salvas. Queremos que lo más importante para ellas sea su Salvación, el destino de su alma. Y que sepan que ellas son quienes deciden eso.
Por eso Jesús dijo: “…el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente…”
En el mundo hay cada vez menos respeto, lo correcto es lo equivocado, el amor se está enfriando, por eso lo más importante debe ser el destino del alma y saber hacia dónde se tiene el pasaporte sellado. ¿Hacia el cielo o hacia el lago de fuego y azufre?
La persona puede haber sido la peor de este mundo, pero si dice sinceramente: “Señor, no aguanto más, me arrepiento”… la sangre de Jesús borra sus pecados y pasa a ser una nueva criatura.
Piense en esto.