Hace poco, durante un vuelo de cabotaje en Estados Unidos, el pequeño Xayvior Redding, de cinco años, empezó a ponerse nervioso. No pasó mucho tiempo hasta que los demás pasajeros comenzaron a dirigir su mirada hacia él y su familia con irritación.
Xayvior es autista. Mientras que su madre, Sonja, intentaba calmarlo, sucedió algo inesperado: una azafata se ofreció a sostenerlo. Sonja le advirtió que él podría ser agresivo y lastimar los ojos del que lo tome en sus brazos –un intento de defensa muy común en algunos casos de autismo–, pero la joven dijo que no había ningún problema. Tomó al niño y lo llevó a hacer un pequeño tour por la aeronave. Conversó con él y le mostró los detalles del avión.
Cuando la muchacha regresó con el niño, estaba más calmado. Pero hubo una sorpresa más: el niño comenzó a sonreírle, a abrazarla y a besarla. Se sentía a gusto con ella –algo que era inusual con los extraños, según Sonja.
Ocupada con su hijo, en ese momento Sonja no logró saber cuál era el nombre de la azafata. Pero, aun así, logró fotografiarla con Xayvior y publicó la imagen en el Facebook con un conmovedor agradecimiento. “Puede ser muy frustrante y provocar aislamiento cuando las personas no entienden que él no es solo un niño indisciplinado, sino un niño con necesidades especiales que no sabe cómo reaccionar bien en algunos casos. Esa heroína nos devolvió un poco de sanidad en ese momento caótico. No nos enfrentó ni nos juzgó, solo demostró amor y empatía, sin titubear.”
La publicación se viralizó muy rápido y los usuarios lograron identificar a la azafata como Amanda Amburgy, de Georgia, que también fue entrevistada. “Solo me quedé conmovida por lo que vi y quise hacer algo, pero terminé tocando el corazón de ellos también. A veces las personas no piensan de qué manera un simple gesto de nuestra parte puede impactar de una forma positiva en la vida de alguien”, reveló la joven, evidentemente enamorada de su profesión, y tal cual lo demuestra en su perfil de Instagram.
Amanda pudo demostrar mucho más que su sonrisa, que es casi una obligación durante la realización de su trabajo. Demostró una belleza interior que fue al encuentro de uno de los más importantes mandamientos de Dios: “… servíos por amor los unos a los otros.” (Gálatas 5:13).
La muchacha no mencionó ningún tipo de creencia. Pero, sin querer, les dio un ejemplo a muchos cristianos. El ejemplo que el proprio Señor Jesús nos pidió: “En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Juan 13:35). A veces, una actitud sincera puede ser el mejor de los testimonios.