Los armarios son potenciales contenedores de humedad y condensación, debido a la falta de circulación del aire
Pequeños y con poca ventilación. Estas y otras características provocan en los armarios problemas tan molestos y habituales como la humedad y los malos olores. Los empotrados son, además, potenciales contenedores de humedad y condensación, debido a que la propia frescura de las paredes no encuentra la necesaria circulación del aire. Este es el motivo por el cual este tipo de roperos pueden llegar a desconcharse y a tener manchas de moho en su interior. La consecuencia de estos desperfectos son tejidos y prendas estropeadas, malolientes y con hongos.
Armarios limpios y sin humedad
La humedad en los armarios es un problema que tiene fácil solución. Además de revisarlos y ventilarlos de forma periódica, hay una serie de trucos que ayudan a erradicar el problema.
Una buena estrategia es colocar dentro del armario un dispositivo antihumedad de tamaño medio o pequeño. Si además el antihumedad es perfumado, envolverá el armario en una agradable fragancia.
Otro método para evitar la humedad consiste en introducir en el ropero unos trozos de tiza. Para aumentar su efectividad, se deben cambiar de forma periódica.
El arroz y el carbón vegetal son remedios naturales para combatir este fenómeno tan molesto dentro de los cajones, en las baldas o en la parte baja de los armarios. En el caso del arroz, se puede colocar un puñado de granos dentro de un bol, en un saco o bolsa pequeña de tela. En este último caso, es posible añadir un popurrí de flores secas para dar un toque aromático al conjunto.
Si dentro del armario se guardan zapatos o prendas de piel, la humedad puede afectar a su flexibilidad. Para evitarlo, se deben guardar siempre secos y con un trozo de carbón cerca, que además de absorber la humedad funcione como ambientador natural para evitar los malos olores.
Humedad en los armarios empotrados
Para resolver este incómodo problema, se debe aplicar en la pared una mano de resina contra la humedad y dejar que se seque.
Respecto al moho, este se debe a un exceso de humedad, junto con una mala ventilación, por lo que si ya se ha formado, se deberán lavar las manchas con fungicida. Si son antiguas y ya se han secado, se pueden recubrir con sellador. Otra opción es frotarlas con un paño humedecido con una mezcla de agua y lejía. Una vez seco, se aplica una mano de resina. Esta limpieza se debe realizar de arriba hacia abajo para evitar que la zona ya limpia se manche de nuevo. De este modo, las esporas del moho no se esparcirán de nuevo por la superficie.
Para combatir futuros problemas, se puede forrar el armario con papel pintado antihumedad. De este modo, la humedad no se condensará en el interior del mismo.