Cuando la Iglesia comenzó a denunciar los errores y los pecados del pueblo, comenzó a ser perseguida. El ministerio profético es, en verdad, un doble ministerio y se caracteriza por dos cuestiones básicas: anuncio y denuncia.
El verdadero profeta es aquel que anuncia y denuncia. Hoy en día, podemos decir que existen profetas, sacerdotes y hombres de Dios que solo anuncian. Es bueno anunciar; algunos dicen que su el ministerio sacerdotal es solo de anuncio, pero la Biblia habla del ministerio profético, que denuncia el pecado, el error y la opresión, a fin de que estas cosas sean corregidas.
El verdadero cristiano es, al mismo tiempo, sacerdote y profeta: sacerdote porque anuncia la Palabra de Dios, y profeta cuando denuncia la injusticia; el mal; la obra que el diablo está haciendo; el pecado; el error; el sufrimiento. El verdadero cristiano denuncia lo que está equivocado y anuncia lo que puede resolver el problema, lo que puede salvar. Este es el verdadero ministerio de la Iglesia. Cuando comienza a denunciar la corrupción y el pecado, y comienza a hablar de las maravillas de Dios y de las respuestas para esas cosas; el mundo reacciona, el diablo reacciona, y reaccionando viene la persecución contra la iglesia.
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