No hay nada que angustie y desmoralice más a unos padres, que escuchar el llanto continuado de su bebé, sabiendo que está sano y que aparentemente no le pasa nada.
Y no sólo por lo molesto que resulta este lamento en sí (puede llegar a alcanzar hasta los 90 decibelios), sino porque se sienten responsables del malestar de su pequeño y de no saber qué hacer para calmarlo. ¿Esta situación te resulta conocida?
El llanto es su vía de escape
Para no sentirte mal ni culpable cuando tu bebé llore, es fundamental que reflexiones sobre varios aspectos:
– En primer lugar, piensa que el llanto es la única vía de comunicación de la que por ahora dispone tu hijo para indicarte que necesita algo. ¿Te imaginas que no llorara nunca? ¿Cómo sabrías si está malito? ¿Y si tiene hambre o sueño? Con sus lágrimas se hace entender y te pide que le atiendas. No lo ignores, acude cuando te llame.
– Por otro lado, el llanto le ayuda a descargar la tensión que ha ido acumulando a lo largo del día y le facilita la adaptación a su nuevo mundo: piensa que ha pasado de vivir dentro de ti y tener cubiertas todas sus necesidades a, de pronto, empezar a pasar frío, calor, hambre, sueño, cansancio… ¡Como para no llorar!
Por los análisis de saliva sabemos que esta situación de ubicación en el mundo produce altos niveles de estrés en todos los niños durante sus primeros meses. Por eso, lo raro y preocupante es que un bebé no llore nunca.
– El tercer punto a tener en cuenta es que los bebés son especialmente sensibles al estado emocional de sus padres y se contagian muy fácilmente, lo que significa que si sus lloros te preocupan o te ponen nerviosa, en cuanto le hables o le tomes en brazos le transmitirás tu malestar y caería en un círculo vicioso que hará que el día a día sea conflictivo y agotador para los dos.
Si tiene hambre – Además de chuparse los deditos y de mordisquearse los puños ansioso, empezará a llorar de manera explosiva. Se callará un par de segundos y volverá a hacerlo de igual modo. Si no come, su tono se irá volviendo más intenso.
Por qué llora
Si le duele algo – Llorará de forma desconsolada y muy fuerte, con la boca abierta. Únicamente parará para coger aire. Puede que le tiemble la barbilla y que se toquetee la zona que tiene dolorida.
Si está malito – Emitirá un llanto débil, quejumbroso y continuado, al tiempo que se moverá a un lado y a otro, en un intento de encontrar la postura en la que se sienta un poco más cómodo.
Si está molesto – El pañal sucio, la postura… Su llanto tendrá un tono quejumbroso, no fuerte pero sí constante. Fruncirá la carita y se moverá inquieto, arqueando la espalda.
Si tiene sueño – Además de frotarse los ojos con las manos y de tocarse las orejas, llorará de un modo intermitente.
Si se siente solo – Llorará de manera lastimera y haciendo pucheros al principio y, si no va nadie a consolarle, acabará haciéndolo en un tono fuerte y rabioso. Tendrá las comisuras de los labios hacia abajo.
Si está estresado – Romperá a llorar de manera muy fuerte y repentina, con el cuerpo en tensión, y además rechazará cualquier intento de acariciarle.
Si está aburrido – El sonido de sus llantos comenzará siendo nasal y monótono, para pasar a convertirse en gritos agudos de protesta.
Así que ya sabes: para calmar a tu pequeño, respira hondo, repítete muchas veces que es normal que llore, intenta averiguar la causa de su llanto y ponle remedio.