Costumbres, tradiciones y fanatismo ¿acercan realmente a Dios?
La religiosidad ¿ayuda realmente a que la gente se acerque a Dios? ¿Cómo pueden contribuir los ritos sagrados o tradicionales?
Para que usted tenga una idea, datos de la Organización Mundial de la Salud dicen que cerca de 3 millones de mujeres por año pasan por una pequeña cirugía en la región genital, cuyo objetivo es la mutilación del órgano sexual para controlar su sexualidad. Se estima que 140 millones de mujeres están en esta situación en países como Nigeria, Tanzania, Kenia, Egipto, Etiopia, Camerún, Sudán y otros de África. En este caso, la tradición y las costumbres son los grandes responsables de esta práctica, llamada mutilación genital femenina.
Mientras tanto, en otra parte del mundo, en Filipinas, fanáticos se auto-flagelan y llegan a crucificarse, en un acto que dicen “es de fe”. La explicación es que haciendo eso sienten en su propia piel los dolores de Jesús.
La religión, que tendría la finalidad de acercar a la persona a Dios termina provocando el efecto contrario, ya que en los casos citados imperan por la tradición, la costumbre y el fanatismo, quedando muy lejos de la razón. Como dijo Pablo:“ No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
El apóstol Pablo se ocupó de especificar “la renovación de la mente”, el uso de la razón. En otras palabras, el cambio de pensamientos puede ser uno de los motivos que lleva a una transformación de vida.
Imagine si los adeptos de la práctica de la mutilación genital femenina excluyesen esa costumbre y las tradiciones y empezaran a respetar a las mujeres como deberían. Con toda seguridad, muchas de ellas empezarían a ser más felices y se sentirían más libres, ya que las costumbres colaboran para encarcelar a una persona, exactamente como sucede con la religión. Pero en nada de todo esto vemos que se use el razonamiento, como lo destacó Pablo.
Cementerio católico
Hay otro caso, que es una referencia típica de religiosidad. Irineu Wasen, de 60 años, sufrió un accidente de tránsito y murió. Su esposa, Eunice Teresinha Ely, y su suegra, Carmelita Ely, también murieron. Y cuando la hija del matrimonio creyó que sepultaría a los tres en el mismo cementerio, se encontró con la sorpresa.
No fue suficiente el choque emocional de haber perdido a tres personas de la familia, que la joven tuvo que escuchar que solo las mujeres podían ser enterradas en ese cementerio porque el padre, Irineu, era evangélico, y el local pertenecía a la Iglesia Católica.
El padre, responsable de la parroquia y del cementerio, dijo que era una norma de la iglesia. “Solo podemos sepultar en nuestro cementerio personas católicas, que contribuyan y estén al día con la cuota anual. Le expliqué eso a la familia y ellos lo entendieron”, le respondió a la prensa.
En este punto vemos que la religión separa no solo a las personas entre sí, sino sobre todo, de Dios. Si se habla tanto en el nombre de la unión de los pueblos y de las diversidades ¿por qué ni siquiera a la hora de la muerte muestran lo que predican?