Un hombre tenía todo lo que siempre quiso e imaginó tener. Sus sueños se habían realizado, su familia era muy grande y bonita y sus bienes no dejaban de crecer. Poseía todo y su salud también era inquebrantable.
Sin embargo, un día, como una desgracia repentina, este hombre perdió absolutamente todo. Quedó en la miseria y encima su salud se vio afectada por una enfermedad terrible. Quedó prácticamente solo, caído, desanimado y deseando la muerte.
A pesar de la vigencia que tiene este tipo de hecho, este caso ocurrió hace miles de años con un hombre llamado Job. La Biblia describe a este personaje como a un hombre justo y recto delante de Dios, quien se propuso desviarse del mal que manchaba su fe (Lea Job 1:8). Sin embargo, eso no fue suficiente para mantenerlo lejos de la tristeza (que lo abatió) o distanciarse de la falta de esperanza que cada vez era más fuerte.
En los días de hoy
Los vecinos se despertaron con un estruendo. Inmediatamente después, se escuchó otro. Sin saber lo que podrían hacer o en qué pensar llamaron a la policía. Y cuando el Cuerpo de Bomberos llegó, madre e fijo estaban sin vida.
Este relato fue un hecho real en la vida de una joven de 33 años, que se tiró del balcón del departamento – desde un piso 15 – de un edificio de alto nivel, en un barrio de clase alta. Pero antes de quitarse la vida, lanzó a su hijo de 6 años.
La policía dijo que la mujer dejó varias notas en su casa, en las cuales dejaba el indicio de que lo que iba a hacer y de lo sentía hacía tiempo. Una de las causas de la tragedia es que ella sufría de depresión. ¿Qué hacer cuando una persona presenta señales de depresión y deseos de suicidio? Hay quienes le creen y quienes simplemente las ignoran.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el 2030, la depresión será la enfermedad más común del mundo, la cual generará más costos económicos para los gobiernos ya que dejará más personas incapacitadas. Todo porque la depresión aparta al individuo de su entorno social y lo saca de sus responsabilidades.
El problema es que se considera a la depresión como un trastorno mental o enfermedad psiquiátrica que debe ser combatida, según los especialistas, con composiciones de drogas, cada día, más fuertes. Cada uno se propone actuar en una determinada área del organismo. Resumiendo, los llamados antidepresivos se proponen curar lo que está en una esfera superior al simple cuerpo.
Son muchas las causas de la depresión, y varían entre factores biológicos, genéticos y externos. Dejando a los dos primeros de lado, los factores externos – como la falta de esperanza, la tristeza y el vacío – deprimen tanto como el hecho de que alguien tenga un antecedente familiar con esa enfermedad.
Pero, ¿qué sucedió con Job?
Hubo situaciones en las que él se lamentaba y lloraba, en otras maldecía el día que nació; se acordaba del período que era rico y feliz al lado de su familia y se afligió tanto que finalmente perdió la esperanza en la vida, pero decidió conservarla.
Si Job se hubiera matado, su caso sería uno más de la lista de tantas personas – que vemos a diario – que al perderlo todo, por una traición, decepción o por no encontrarle sentido a la vida, no logran mantener su fe: ni en Dios, ni en sí mismas y optan por terminar con su vida.
No obstante, a pesar de tanto sufrimiento, Job no perdió su fe. Y, más allá de toda la angustia que sentía, proclamó: “Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin Se levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios.” Job 19:25-26.
¿En qué situación se encuentra usted en este momento? ¿La falta de esperanza le ha quitado el sueño y lo tiene preso? ¿Cómo volver a tener fe, aun en un momento de desesperación y angustia?
Haga como Job: declare su fe y, al mismo, clame al Dios que lo sacó del polvo, Él restituyó todo lo que había perdido; principalmente, la paz.
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