Frecuentemente, se acostumbra a definir la imparcialidad como el hecho no tender hacia ningún lado, es decir, ser una persona que no toma decisiones frente a una situación.
Nacemos teniendo nuestros horizontes como límite, pero las presiones del día a día hacen, con que, en poco tiempo, nuestros pies estén presos a un “suelo” llamado rutina. Hay personas que enfrentan crisis violentas en su vida y se quedan sin coraje de intentar algo nuevo, que sea capaz de sacarlas de aquella situación, y van acomodándose sin tomar actitudes.
Por el contrario, la indignación se define como la falta de sumisión con respecto a algo que no agrada al ser humano. Esto provoca una agitación en su interior, que le hace no cruzar los brazos y enfocar su fuerza total en la realización de los objetivos que están ardiendo dentro de sí.
¡Indignación es hacer acontecer lo que no existe, correr riesgos y caminar hasta el fin!