La revolución en el mundo de los gimnasios
No es ninguna novedad decir que para ir al gimnasio es necesario encontrar una motivación. Ya sea la llegada del verano, o un viaje a la playa, siempre existe un estímulo que nos lleva al ‘gym’ con más regularidad de lo normal. Aquellos que pasan de ir argumentan que les parece aburrido, que no va con ellos eso de mirarse al espejo mientras repiten ejercicios hasta la saciedad. Son también los que suelen decir que ir al gimnasio no es hacer deporte, que para hacer eso hay que sudar o al menos competir.
El concepto del CrossFit trata de luchar contra estas teorías y mezcla ejercicios deportivos poco habituales con un componente de competición. Es un sistema de acondicionamiento físico basado en ejercicios funcionales y variados, ejecutados relativamente a alta intensidad.
Origen del CrossFit
El CrossFit fue creado por un ex-gimnasta en los años 90 y el primer gimnasio se abrió en Santa Cruz, California en 1995. El número de afiliados creció de 18 en 2005 a 1700 en 2010. Es habitual que los cuerpos de seguridad y bomberos lo utilicen para sus entrenamientos dada la variedad de ejercicios que te preparan para cualquier eventualidad.
En Estados Unidos hay gimnasios CrossFit en prácticamente todos los estados y en Latinoamérica también está muy extendido, no llegó aun en Argentina.
Crossfit se ha convertido en poco tiempo en un gigante del fitness y cuenta incluso con sus propias olimpiadas que se celebran en California.
Gimnasios poco convencionales
Cuando uno llega a un Crossfit comprueba rápidamente que no estamos ante un gimnasio convencional. Llama la atención que no hayan máquinas por todos lados. Son techos altos, generalmente en naves industriales de los que llama la atención el gran espacio en el centro del gimnasio. No hay televisiones ni cintas para correr. Es habitual que los alumnos salgan a trotar en grupo por los alrededores del gimnasio como parte del entrenamiento.
Los utensilios principales son balones medicinales, barras para hacer dominada, cajas, anillas olímpicas, máquinas de remo, pesas de halterofília y ‘kettlebells'(pesas rusas).
Las clases duran una hora y el instructor es el encargado de controlar el entrenamiento y variar el peso o el número de repeticiones de cada alumno.
El resultado es un cuerpo esculpido, que desarrolla las 10 capacidades físicas más importantes: resistencia cardiovascular y muscular, fuerza, potencia, velocidad, equilibrio, coordinación, flexibilidad, precisión y agilidad.