“Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.”, (Mateo 11:19).
El mayor mal de las religiones es aprisionar a las personas con doctrinas y dogmas. Jesús, en aquella ocasión, fue criticado por los fariseos (religiosos hipócritas) por beber vino. En ningún momento la Biblia afirma que beber vino o cualquier otra bebida sea pecado. Embriagarse con cualquier bebida, sí es pecado. Pues, alguien en estado de embriaguez queda fuera de sí, fuera de control y el desequilibrio se apodera de su ser. ¿Cómo discernir lo que está bien de lo que está mal estando fuera de sí?
“No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por qué habrás de destruirte?”, (Eclesiastés 7:16).
Vea que todo lo que ess excesivo, exagerado y desequilibrado es perjudicial, y termina en la destrucción.
El apóstol Pablo orienta:
“Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?”, (Romanos 14:1-4).
Entonces, cada uno júzguese a sí mismo si tiene o no fe para comer o beber lo que desea. Recordando que:
“Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”, (Romanos 14:23).