Nuestros ojos y oídos son puertas de entrada para nuestra mente y corazón. ¿Usted le abre la puerta de su casa a cualquier persona o cosa? Todos nosotros cuidamos para no traer a personas malas hacia adentro de casa, ni basura u otras cosas tóxicas.
¿Por qué entonces le daría oídos a ciertas palabras, o le prestaría atención a ciertas cosas que solo le perjudican?
Si no lo va a ayudar, lo va a molestar.
Si no lo va a edificar, lo va a derrumbar.
Si no lo va a purificar, lo va a contaminar.
Si el interés es corromperlo, usted tiene que resistir.
Créalo: a veces usted tiene que hacerse sordo y ciego. Sabio lo será si sabe en qué situación, y cuándo.
“El que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; este habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.” Isaías 33:15-16
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