Durante esta semana, publicaremos fragmentos del libro “Mujer V” de Cristiane Cardoso, para que sirva de reflexión
Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca.
(Proverbios 31:19)
Mi amiga Evelyn y yo fundamos un grupo exclusivo para las jóvenes de nuestra iglesia llamado The Sisterhood. El objetivo de este grupo es enseñar a las jóvenes a transformarse en mujeres de Dios y, a través de ellas, ganar la admiración de otras jóvenes y, eventualmente, llevarlas a conocer a Dios. Las candidatas pasan por una serie de tareas, entrevistas y pruebas durante algunas semanas, y solamente las más aplicadas entran al grupo. La primera prueba comienza en el papel. Ellas deben llenar un cuestionario y entregarlo el día de la primera entrevista. Una de las preguntas es sobre sus talentos y habilidades y me asombra saber lo poco que estas jóvenes llenas de potencial saben de sí mismas… Ellas generalmente piensan que no tienen ninguna.
La palabra usada para describir “huso” en la Biblia en inglés se refiere no sólo a una herramienta usada para girar, es también un término para describir el lado femenino de la familia, relacionado a la vida doméstica. Este es uno de mis descubrimientos favoritos acerca de la Mujer V: ¡ella reconoce su talento doméstico! Este es un talento exclusivo de la mujer, y en el momento en que ella lo reconoce como suyo, se transforma en excelente. Es como aprender a leer o a sumar. Al principio parece imposible; cuando niña, tú sentías como si se estuviese retorciendo tu cerebro para leer sólo una palabra, pero después de leer algunas vences, ya no era tan difícil.
Conozco muchas mujeres que piensan que no tienen creatividad. Su casa nunca está decorada; sus primeras tentativas de decorar el cuarto no salieron como en la revista, y por eso desistieron, diciéndose a sí mismas: “Eso no es para mí”, aceptando esa afirmación como verdadera. Nosotras decidimos prácticamente todo en nuestras vidas. Si decidimos que no podemos hacer algo, no lo haremos. No importa cuánto lo intentemos, es inútil, porque insistimos en probar que acertamos al decir que no podemos. Allí está nuestro peor enemigo.
Talento nato
Cuando una mujer decide transformarse en una verdadera ama de casa, o sea, cuando decide cuidar de su casa, darle un toque especial, poner las cosas en orden, sumar colores y hacerla tan confortable como a su familia le gustaría que fuese, es capaz de hacerlo muy bien… Puede hasta equivocarse al principio, a fin de cuentas está experimentando y es natural que cometa errores, pero finalmente termina aprendiendo. Y no es porque se haya esforzado mucho, sino porque está en su sangre. Para ella, ser un ama de casa es un talento nato, o sea, nació con ella. Su actitud sólo reveló lo que siempre tuvo en su interior.
La Mujer V reconoce el lado femenino de su casa. Ella reconoce las cosas que le son naturales, y saca ventaja de ellas para bendecir a su familia. Recuerdo que desde muy pequeña veía a mi madre siempre asumiendo ese papel en la familia, el de ocuparse de las cosas dentro de casa. No importaba lo cansada que estuviera, ni cuántas personas hubiera en la casa, no importaba la hora, era su responsabilidad asegurarse de que todo estuviese en su debido lugar. Yo nunca oí a mi madre pedirle a mi papá que lavara los platos o que la ayudase en las tareas de la casa. En cuanto a nosotras, las niñas, ella nos enseñaba pero nunca nos exigía que ayudásemos. Como si dijese: “A fin de cuentas, es mi responsabilidad mantener todo bajo control aquí, apenas observen y aprendan”.
Entonces, cuando me comprometí, comencé a aprender todo sobre cómo cuidar una casa, desde planchar camisas y lavar la bañera hasta usar una olla a presión. Yo pasaba horas sola haciendo esas cosas, y cuando por fin me casé, pasé meses intentando perfeccionar todas mis habilidades. Es claro que a veces yo me sentía tan cansada por tener que planchar las mismas camisas de todas las semanas, que miraba para la cocina y deseaba que pudiéramos no cenar al menos una noche, o, entonces, que yo pudiese dormir… Hasta el ama de casa más talentosa tiene aquellos días en que no quiere hacer nada. Pero eso no forma parte de su naturaleza, no es algo que sucede todos los días.
La Mujer V entiende muy bien su papel dentro de la casa. Ella no espera que nadie lo desempeñe en su lugar, es de ella y es mejor dejarla hacer. Al principio, me tomaba horas planchar las camisas de mi marido, lo que casi siempre significaba tener que pasar un día entero de pie delante de la tabla de planchar, pero finalmente aprendí. Esa habilidad estuvo dentro de mí todo el tiempo, yo sólo tuve que aprender a perfeccionarla, y cuando me esmeré, ¡esa tarea pasó a ser súper fácil!
Lo mismo es para las demás cosas de la casa. Está todo dentro de una, forma parte de nosotras las mujeres. Pasa esas responsabilidades a los hombres y vas a presenciar una verdadera batalla masculina. No es ni justo. Si fuesen obligados a vivir solos, acabarían encontrando una manera de hacer funcionar las cosas, pero no sería fácil.
Muchas personas piensan que ser ama de casa disminuye a la mujer. Pero yo pienso que se trata de un gran talento que ha sido muy despreciado y desvalorizado. Todos precisamos un lugar para vivir, todos necesitamos algo para vestir, todos precisamos comer algo, todos necesitamos sentirnos cómodos en algún lugar. Si consigues crear una atmósfera perfecta para las necesidades básicas de cualquier ser humano, ¿por qué no ves la importancia del ama de casa? ¿Por qué alguien debería considerar su papel degradante?
Y lo hermoso de todo esto es que puedes ser una excelente ama de casa y, al mismo tiempo, una excelente madre, una excelente esposa, una excelente amiga y una excelente profesional, ¡cosa que raramente se ve en el mundo masculino! Chicas, ¡eso es exclusividad nuestra! Si eso no es una habilidad, ¿entonces qué es?
Cuanto más leemos sobre la Mujer V, más nos damos cuenta de que ella es como nosotras, sólo que más consciente. Y ahí es donde muchas de nosotras fallamos. Intentamos encontrar motivos para sentirnos bien con nosotras mismas, cuando en realidad, es sólo cuestión de reconocer nuestro valor, entender de lo que somos capaces y de lo privilegiadas que somos por tener tanto para dar a los demás.