Cuando se tiene una meta por alcanzar, aprendemos a dar lo mejor de nosotros
Nuestros objetivos nos estimulan a vivir más y mejor, ellos tocan en lo más profundo de nuestro ego y generan que saquemos lo mejor de nosotros.
Desde la infancia somos estimulados para que definamos metas, objetivos y prioridades. Ni bien aprendemos a hablar ya somos enfrentados con preguntas que nos hacen pensar en la importancia de definirnos como personas. Conocernos y caminar en sentido a la plena realización, implica ser capaces de delinear objetivos que nos hagan sentir realizados, para sentirnos valorados y elevar el autoestima.
Meditar sobre lo que queremos hacer, envuelve que seamos aptos de encarar nuestros propios fantasmas y que con nitidez, identifiquemos las modificaciones necesarias a implementar para aproximarnos a las metas pretendidas.
Cuando se tiene una meta aprendemos a esforzarnos en todo lo que hacemos y a valorar cada paso.
Mensaje extraído del libro “Direto no Alvo”, de Júlio César L. Freitas.