La recomendación de la fecha conveniente para la operación presente en Génesis fue respaldada milenios después por la medicina moderna
La extirpación del prepucio como medida profiláctica y con fuerte sentido espiritual comenzó a ser practicado entre los hebreos en los templos descritos por el Antiguo Testamento. Llamada circuncisión, la pequeña cirugía es cumplida hasta hoy por los judíos, en un importante ritual, cuando el niño completa 8 días de vida. Datos de la ciencia moderna muestran que en esa edad el bebé presenta las mejores oportunidades de cicatrización, evidenciado la sabiduría divina en las Escrituras Sagradas.
“Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones.
Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje.”, (Génesis 17: 9-12).
El período de ocho días después del nacimiento puede ser visto legalmente como apenas un factor de ritual judaico, como varias veces sucede en la Biblia, además, hay un motivo científicamente comprobado en el inicio del siglo XX para que se espere esa fecha. Según estudios basados en las experiencias fisiológicas de parte del norteamericano Luther Emmett Holt (1855-1924), uno de los pediatras más importantes de la historia de la medicina moderna, un recién nacido tiene una gran susceptibilidad a las hemorragias entre el segundo y el quinto día de su vida. Hay dificultad para frenar el sangrado porque un importante elemento coagulador, la vitamina K, es producida insuficientemente antes del sexto o séptimo día.
Pero la vitamina K no es la única sustancia que actúa en este caso. Hay un elemento proteínico en la sangre, la protrombina, que justamente en el octavo día de vida del bebé se eleva al impresionante nivel de 110%, decreciendo al 100% normal al día siguiente. Además de estas dos, hay otras 11 sustancias que también actúan en conjunto para una cicatrización perfecta, formando un cuadro ideal para que la circuncisión sea realizada tranquilamente.
Conclusión: ni antes ni después el momento será tan propicio como al octavo día. La ciencia comprobó milenios después lo que ya constaba en el Antiguo Testamento.
Prevención
La circuncisión es tenida hoy como una importante medida profiláctica, disminuyendo el riesgo de una serie de enfermedades transmitidas sexualmente o causadas por la higiene insuficiente.
Obligatoria para la ley judaica, es optativa para otras culturas, incluido Argentina, donde cabe a los padres del recién nacido la decisión.
La Academia Americana de Pediatría publica recomendaciones oficiales con base en amplios estudios, que también son adoptadas por varios países. La Declaración de Orientaciones sobre Circuncisión de la institución en la última revisión de 1999 dice:
“Existen evidencias científicas que demuestran los beneficios médicos potenciales del niño recién nacido, de esta manera, estos datos no son suficientes para recomendar la circuncisión neonatal de rutina. En el caso de la circuncisión, en la cual hay potenciales riesgos y beneficios, el procedimiento todavía no es esencial para el bienestar de la criatura, y los padres deben determinar qué es lo mejor para su hijo. Para hacer una elección consciente, los padres de los recién nacidos masculinos deben recibir informaciones precisas, y debe ser concedida la oportunidad de debatir esta decisión. Es legítimo que los padres tengan en cuenta sus tradiciones culturales, religiosas y étnicas, además de los factores médicos, al tomar la decisión.
La anestesia es segura y efectiva al evitar el dolor del procedimiento asociado a la circuncisión. Si la circuncisión fuere realizada en el período neonatal, solamente debe ser hecho en recién nacidos estables y saludables.”