Lea un fragmento del libro Fe racional del obismo Edir Macedo
La fe inteligente implica no solamente la meditación y la práctica de la Palabra de Dios, sino también exige respuestas y el cumplimiento de Sus Promesas. Está relacionada al raciocinio y la capacidad de juzgar, avalar, en fin, proporcionar la finalidad de la propia fe.
La fe emotiva está unida al sentimiento natural de la seguridad humana, y es circunstancial porque depende del momento. Si este es propicio, entonces, aparentemente, se presentará fuerte. Pero si las circunstancias son adversas, la fe natural desaparece.
Una de las mayores diferencias entre la fe racional y la fe emotiva es la disciplina. Mientras la fe racional se somete a la disciplina del Reino de Dios, la fe emotiva, por su propia naturaleza rebelde, no se adapta a las reglas. Por eso, la fe emotiva no da acceso a las mismas conquistas que la fe sobrenatural. Las religiones han invocado a los sentimientos para promover la fe “pirata”, “colorida” y “espumosa”. Esa fe que no funciona, el resultado es un mundo religioso y, al mismo tiempo distante de Dios.
Podríamos comparar la fe emotiva con el camaleón que, dependiendo del lugar donde esté, puede camuflarse con su color. Es como la cayota (verdura) que absorbe fácilmente el sabor de la carne, del pez y del pollo. El jiló (verdura) no, si es cocido con carne, pez, pollo o camarón, siempre mantendrá su sabor amargo.
Cuando el tema es la fe, las personas se asocian a religiones, costumbres y tradiciones. No se dan cuenta de la enorme diferencia entre la fe emotiva y la fe racional. No consiguen diferenciar una de la otra, ni por los frutos que dan. Eso sucede porque el espíritu de la fe emotiva, además de cegar el entendimiento, oprime con el fanatismo religioso. Lo que no sucede con la fe inteligente y sobrenatural porque viene del Espíritu de Dios que es consciente y equilibrada en su práctica. Tiene discernimiento espiritual, por eso jamás crea un conflicto con la razón, por el contrario se complementan, caminan juntas, son compañeras y dependen una de la otra.