Como un ser humano inteligente y racional yo no puedo admitir tener una fe que no me lleve a nada, que no produzca absolutamente nada, que no traiga ninguna devolución para mi vida. No, no lo puedo admitir, ni aceptar, que mi fe quede solo en la abstracción, o sea, simplemente una fe vana, fútil e inútil. Tiene que haber una restitución, una respuesta, una correspondencia respecto de lo que estoy creyendo. Ahora, amigo lector, así es la fe cristiana, una fe racional e inteligente, porque se posiciona en la certeza.
El Señor Jesús, como precursor de la fe, Dador, Autor y Consumador de la fe, cierto día dijo a una higuera que no tenía frutos: “Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.”, (Mateo 21:19). Observe que Él estaba hablando con una higuera. ¿Cómo ella podría escuchar tremenda orden del Señor Jesús, si una higuera no tiene oídos para oír? En otras ocasiones, Él habló también a la tempestad, los vientos cesaron y llegó la calma inmediatamente. La fe es algo tan sobrenatural que trasciende la propia razón y la inteligencia humana. Ella hace posible lo imposible, transforma situaciones, y es más poderosa que las leyes que rigen nuestro mundo físico y natural. Si tenemos fe, hablamos a las higueras, a los vientos, a las tempestades, etc. y ellas nos oyen y nos obedecen. También las enfermedades y los dolores están sometidas a nosotros, porque lo que vale es la convicción que nosotros tenemos en quien nos dio la autoridad, que nos legó en Su nombre, para que todas las cosas en los cielos y en la tierra estén sometidas a Ese nombre.
Él nos dio Su Palabra como garantía y, por encima de todo, la certeza y la convicción del poder de la fe. Para el hombre natural esto puede parecer locura. Puede parecer locura para quienes no conocen a Dios, y tienen una fe abstracta y vacía, totalmente fuera de sintonía con las promesas de Él y sin base en Su Palabra.
La fe que ellos tienen es vacía e inútil y no produce devolución, porque está basada en los dioses de este mundo, en personas que ya murieron (y aún continúan en las tumbas) o en las filosofías existentes en nuestra sociedad. Po eso, la fe que trasciende la propia razón, la fe que restituye, la fe que es la respuesta, está basada en el Señor Jesús y solamente en Él, en Sus promesas y en Su Palabra. Hay que observar que cuando el Señor Jesús habló a la higuera, inmediatamente la raíz del árbol se secó y, por más que aparentemente estuviese vigorosa, en su interior ya había sido quemada, por el poder de la fe.
Amigo lector, esta es exactamente la fe de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Nosotros tenemos la convicción de que la espada que el Señor Jesús nos concedió es para que luchemos contra todo el mal que existe en este mundo. La espada es nuestra fe. Este es el camino por donde todos debemos andar, porque Él nos dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” (Mateo 7:7-8). El Señor Jesús conoce todo respecto a nosotros y ya nos dió condiciones para extraer la mejor vida de este mundo, la autoridad para alcanzar la plenitud de vida. “…Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”, (Juan 10:10). Él lo dice, nos dió a usted y a mí una espada para que a través de ella, seamos vencedores. Con ella usted puede destruir todas sus enfermedades y todos los problemas que enfrenta.
A través de ella, usted tiene autonomía y libertad, para nunca más quedarse subyugado a cualquier cosa. Ni tampoco a religiones, filosofías, fuere lo que fuere, o quien quiera que sea, porque pasa a ser una persona autosuficiente en Cristo. Usted pasa a ser guiado por el Señor Jesús y orientado por el Espíritu Santo.
Nuestra fe viva, nuestra fe reivindicadora, es la espada contra el diablo y todos los demonios. Por eso, amigo lector, abandone las filosofías, las sectas, las liturgias, el cristianismo social que solo presenta belleza, pero que no tiene nada de contenido, es vacío y podrido. ¡Deje de ser esclavo de las religiones de los hombres! Nadie tiene derecho de dictarle normas, porque la libertad es un derecho de quien cree y vive por la fe.
Nuestro Dios está vivo, Jesús es la verdad que libera. Está escrito “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”, (Juan 8:32). Esta es la libertad que usted va a vivir, porque usted va a transformarse. Nunca más va a ser inducido por nada, y mucho menos ser un juguete en las manos de los hombres, porque usted va a ser orientado por el Espíritu Santo.
Su fe va a tener fundamento, porque recibir la respuesta de Dios es un derecho de quien cree. Usted va a pensar y hacer por la fe, va a vivir con convicción y certeza de la fe, porque el Espíritu del propio Dios va a guiarle y decirle lo que usted debe hacer, lo que es correcto o equivocado. Usted va a vivir en la luz de la verdad y nunca más va a andar en la oscuridad de este mundo, que no ve ni entiende nada, porque no conoce la verdad y se deja seducir por la mentira, donde la mayoría de las personas tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye.
El profeta Isaías, inspirado por Dios, dice: “He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha agravado su oído para oír…”, (Isaías 59:1).
Este es el Dios a quien nosotros, de la Iglesia Universal, creemos y adoramos.