Mentira, sexo ilícito, robar… todo es tan atractivo
Mentir, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, exhibir su cuerpo a través de la webcam para el placer de un desconocido, robar productos en el supermercado. Todo eso es lo que vemos suceder más y más en el mundo. Las personas cada vez tienen menos límites, sin saber lo que está bien y lo que está mal. O peor: saben que está mal, pero continúan haciéndolo.
Parece antagónico decir que aquello que lo que no me gustaría hacer, yo lo hago. Quién nunca escuchó decir o ya lo dijo: “Cuando me quise dar cuenta, ya lo había hecho, y aproveché hasta el final.” Las personas están tomándole el gusto a las cosas que Dios considera pecado, y que también trae consecuencias malas. Pero parece que, en el auge del placer, las implicaciones no significan nada.
“Ya fui hasta el infierno, ¿qué cuesta abrazar al diablo?
Así piensan las personas a las que les gusta pecar. Y todo comienza de una forma simple, sutil.
Un día, estás en casa, pero con ganas de salir. Llamas a tus amigos más cercanos pero cada uno de ellos está en un compromiso impostergable. Entonces surge la idea: salir solo. Y eso es lo que sucede.
Entonces comienzas a prepararte, pensando dónde podrías ir para divertirte. Cambias el vestuario– usas la ropa que no te pondrías ni en las reuniones familiares, ni para ir a la iglesia. Armas un peinado, un perfume especial y estás listo. Agarras la llave del auto y piensas: “Ya se, voy al boliche del que tanto me hablaron, parece un lugar tranquilo, con personas con sentido común.”
Y está dando el primer paso hacia un posible pecado. Es lógico que ir hasta un determinado lugar, no quiere decir que usted hará algo malo- porque eso es posible en cualquier lugar. Pero no puede negar que este es un lugar propicio.
Llegando allá, te sientes un poco “pez fuera del agua”, porque todos están con sus amigos, conversando con alguien y has llegado solo. Por un momento te sientes triste, limitado. Pero en un segundo piensas: “Todo esto tiene su lado bueno: nadie me conoce puedo hacer lo que quiera.”
Está dando el primer paso hacia el pecado. Ahora es solo hacer que pase.
Y entonces comienza a bailar, a distenderse sin pensar en las personas que están a su alrededor. Se dirige hacia el bar y pide una bebida alcohólica. Vuelve a la pista y continúa bailando. Es cuando alguien se acerca para bailar con vos y piensas: “¿Cuál es el problema? ¡Es solo un baile!” Minutos después, otro pensamiento: “¿Cuál es el problema? Es solo un beso, soy soltero, ¡no le debo nada a nadie!” y cuando se da cuenta está camino a un hotel.
Por un instante llega a pensar: “Mi Dios, ¿qué estoy haciendo aquí, con una persona que acabo de conocer, en un lugar que nunca imaginé entrar?”.
Pero, ¿Cómo volver atrás? Ahora sigo, no soy el tipo de persona que van para atrás, siempre voy para adelante!” Y así el pecado está establecido.
Generalmente, es de esa forma que llega el pecado: despacio, sin mostrarse mucho. Y lo peor es la sensación de placer, de aventura; salir de sus límites es tan bueno, que el pecado deja de ser pecado y pasa a ser una mascota a la cual a usted le gusta cuidar y alimentar.
Un camino sin obstáculos
El camino del pecado parece ser más fácil de recorrer. Las cosas están más a mano, son más sabrosas, sin el peso de la obligatoriedad; como si el mundo fuera para pasarla bien realmente sin que nada más importe.
Es a raíz de esa sensación de ligereza y libertad, que el pecado gana cada vez más espacio en la vida. ¿Cuál es el problema de robar una margarina en el supermercado? Ellos son ricos, no les va a faltar, ¿no es verdad? NO.
¿Cuál es el problema de traicionar a mi compañero? Nadie me está viendo y nadie es tan correcto como para señalarme. Y además, él nunca lo sabrá. PERO DIOS SABE TODAS LAS COSAS.
Olvidamos que Dios es omnipresente y ve todas las cosas. Olvidamos que hay consecuencias para el pecado y que esas serán vividas una a una, sin excusas. Olvidamos que Dios es Dios de amor, Él no castiga, pero usted trae el pecado y sus resultados.
El alerta de comodismo
El apóstol Pablo ya hablaba sobre cómo actúa el pecado. Esa alerta está en el libro de Romanos 7:7-25. Pero vale destacar los versículos del 19 al 21:
“No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí.
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.”
Pero entonces, ¿cómo librarme de una naturaleza tan pecaminosa?
Conociendo cada vez más el poder de Dios, abriéndose hacia Él. Reconociendo sus debilidades y luchando diariamente contra cada una. Lo importante es resistir al pecado, es permanecer en pie y, principalmente, buscar cada día más estar en la presencia de Dios.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos;
y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. .” Santiago 4:7-8
“porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis…” Romanos 8: 13
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