Para que usted alcance su realización completa, primero es necesario atender al llamado de Dios
Abraham se había vuelto riquísimo, famosísimo, respetadísimo, poderosísimo, pero le faltaba hacerse realizadísimo. Y la culpa no fue, no era, no es y jamás será de Dios, sino, exclusivamente, nuestra. Dios le reveló que estaba a la espera, para dar comienzo a Su Parte. Pero antes, era preciso que Abraham terminara la Suya.
Simplificando, Dios le dijo: “Para que usted sea realizadísimo, tiene que hacerme realizadísimo primero. Y eso solo será posible, por medio de su sacrificio voluntario, de mayor a menor.
“Sacrifique el novillo de 3 años, la cabra de 3 años, el carnero de 3 años, una tórtola y una paloma. Y usted verá la señal que le daré del cumplimiento de Mi Promesa, haciéndolo un hombre realizadísimo”.
Llegamos a la conclusión de que el sacrificio voluntario, de mayor a menor, es lo que realiza a Dios, ya que la fe sin obras, es muerta. Por eso, si usted quiere ser realizadísimo, haga su sacrificio.
Además, esto ha sido plenamente comprobado por más de 100 millones de casos verídicos publicados en los medios de comunicación usados por la Iglesia Universal del Reino de Dios a lo largo de estos 35 años, en los más de 180 países que estamos establecidos.
Son personas que ya nos contaron la realización de sus sueños, a través de sus sacrificios voluntarios para Dios, materializados a través de su participación en la Hoguera Santa de Israel.
(*) Texto extraído del blog del obispo Júlio Freitas
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