Los estudiosos afirman que el comercio marítimo en el Mediterráneo tuvo inicio en la Edad de Bronce, en su fase Tardía (entre 1500 e 1050 antes de Cristo), como indican los naufragios encontrados al este de ese mar y en puntos de la costa Sur de Turquía.
La actividad también es comprobada por hallazgos de la época, relacionados a importantes objetos importados de Chipre y de otras partes, en las redondeces de la costanera mediterránea.
La navegación mercante en la región continuó durante la Edad de Hierro – entre el 900 antes de Cristo (a.C.) y el 1000 después de Cristo (d.C.) – dominada por los fenicios (Ezequiel 27-28), que desde el año 900 a.C. establecieron colonias y fuertes lo largo de la costa mediterránea hasta donde, hoy, se ubica España. Ellos pueden considerarse los grandes navegadores de la Antigüedad, entre los cuales se destacaron los habitantes de Tiro, famosos por su especialidad en navegación y por la fabricación de las embarcaciones.
Esa supremacía en las aguas de la época, fue comprobada recientemente por el descubrimiento de dos barcos de carga fenicios en la costa de Ascalón, en el Distrito Sur de Israel. Estos hallazgos y datos históricos apuntan que entre los productos comercializados por aquel pueblo, se contaban granos, aceites, vino, madera y la valiosa púrpura de Tiro (pigmento extraído de la concha de un molusco marino).
El comercio entre las regiones costeras era muy intenso, pero también se comercializaba en la navegación en mar abierto, aunque esto solo podía realizarse en ciertas temporadas, a raíz de la fuerte incidencia de vientos y la actividad de las corrientes marinas.
La actividad marítima de Israel estaba completamente articulada a la de los fenicios, teniendo como bases, ciudades cercanas a los mismos, como Zabulón (Génesis 49:13), Dan y Aser (Jueces 5:17). Salomón se involucró en las actividades marítimas con el rey de Tiro, Hiram, y fue de esa forma que obtuvo varios de los nobles materiales con que construyó el Primer Templo en Jerusalén, así como otros productos: minerales preciosos, raíces de plantas fructíferas y ornamentos incluso de animales, como caballos de estirpe. Esas actividades son citadas en la Biblia en 1 Reyes 9-10, al igual que en 2 Crónicas 1:16-17 y 8:17-18, por ejemplo.
Futuramente, otro rey de Judá, Josafat, intentó repetir el éxito de Salomón en el comercio marítimo en sociedad con Ocozías, rey de Israel, pero sus navíos se hundieron. Ocozías sugirió más expediciones, pero Josafat se reusó a un nuevo emprendimiento (1 Reyes 22:49-50; 2 Crónicas 20:35-37).
Esos fueron los únicos registros bíblicos de actividad marítima mercante del Israel de aquellos tiempos.
[related_posts limit=”4″]