Ese sentimiento puede ser motivado por fallas sin importancia
Se dice por ahí que, ¡el fuego cuesta arriba, el agua cuesta abajo y la furia de la mujer celosa son cosas que nadie detiene! Quien se casa con una de ellas tiene un volcán dentro de casa, nadie sabe cuando va a explotar.
Hasta hace poco tiempo atrás, los americanos solían bautizar a los huracanes, que una y otra vez arrasaban ciudades, con nombres femeninos. Aurora, Elvira, Jane y tantos otros. Esa costumbre, demostrando mucho mal gusto, fue eliminada recientemente por el esfuerzo del activo Movimiento Femenino Americano.
Algunos dicen que toda mujer es celosa y que todo comenzó con nuestra madre Eva, en el paraíso. Se cuenta que todo estaba muy bien en el maravilloso Jardín del Edén, donde nuestros padres eran felices y tenían una vida de dulce comunión de amor. Estaban siempre juntos, conversaban sobre todo, sin ninguna interferencia ajena y sin secretos.
¿Cómo pelear? ¿Cómo discutir? ¡No había absolutamente ninguna razón por menor que fuera para iniciar la discordia! Nada de “se dice”, chismes de vecinos, teléfonos y televisión. Nada de cuentas atrasadas, despensas, escuela de los niños. ¿Embotellamientos? ¡Ni pensarlo!
¡Imagine un lugar sin preocupaciones, salud perfecta, alegría completa y un universo para ser descubierto! ¡Todo era novedad! ¡Ni lluvia había, solo un delicado rocío que regaba la vegetación durante la madrugada!
Un día, sin embargo, cuando recogía racimos de uva, nuestro padre Adán se detuvo a observar un pájaro diferente, con colores muy lindos, que estaba volando de una rama a la otra, exhibiendo su lindo plumaje.
Adán se sentó y empezó a pensar el nombre que le pondría a esa linda ave. Necesitaba un nombre muy especial. Pensó, pensó y cautivado por el sonido que el ave emitía, parecidoa a la vocal “a” cuando se pronuncia abierta, decidió cual sería el nombre de esa ave.
Se levantó y llamó al ave que obedeciendo, voló suavemente desde la rama donde estaba hasta que se posó en su brazo extendido.
-Es una bella ave, y escuchando su canto decidí que su nombre será arara – dijo el hombre.
Moviendo el brazo a lo alto, impulsó al pájaro que volando, desapareció entre los árboles.
Adán entonces agarró las frutas y se puso en marcha, sin notar el tiempo que había pasado. Llegó al Jardín del Edén bien tarde, se echó sobre la hierba y durmió.
¡Nuetra madre Eva estaba desconfiada! Era la primera vez que Adán llegaba tan tarde y, simplemente, derecho a dormir. En ese instante, nuestra madre, muy nerviosa, comenzó a contar: “una, dos, tres, cuatro…”
¿Qué estaba dando por hecho contando con tanta preocupación y nerviosismo? ¿Qué le había quitado la calma, haciéndola estar, por primera vez, tan agitada?
¡Contaba las costillas de nuestro padre Adán, para ver si Dios había tomado alguna para hacer otra mujer!
Así, la arara atrasó al hombre y provocó los celos de la mujer. Nadie sabe si esta historia es verdad. Pero, ¿no es curioso que hasta hoy en día, cuando los hombres se atrasan, digan “mi esposa va a estar tan enojada”?
El amor no arde en celos. Los celos son un sentimiento vacío, motivado muchas veces por hechos irrelevantes. Aún así, causan tanto dolor al corazón.
¿Cómo ser feliz en el amor? El cristiano entrega su vida al Espíritu Santo y se casa con un cristiano. ¡Es feliz y no necesita tener ninguna clase de celos!