El rey Salomón escribió el libro de Eclesiastés y entre los temas abordados, habla de todo lo que tuvo en su vida, de todas las cosas que pasó, de los placeres y de la riqueza (lea el capítulo 2).
Sin embargo, en el versículo 11, dice que todo no pasa de vanidad: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho debajo del sol.”
Pero entonces, si es vanidad, ¿cómo aprovecharlo?
El tiempo que tiene libre, la compañía de su familia, el salario que recibe de su trabajo, su salud, su alegría, entre tantas otras cosas que posee, ¿cuánto lo ha aprovechado con sabiduría?
Sí, la sabiduría es la palabra clave.
¿De qué sirve trabajar sin parar, tener autos caros, casas enormes y bien equipadas, si no tiene tiempo para aprovechar todo con su familia?
Si usted logra aprovechar todas las cosas con sabiduría y de forma saludable, con certeza Dios está presente, y todo será de gran valor. Y eso no será vanidad.
Sin embargo, si solo junta, junta y cuando se da cuenta no tiene nada más, pare, piense y pregúntese: ¿Será que Dios está adelante de mi vida? ¿Será que todo esto viene de Él?
Todo al viento
Sucede que, cuando Dios no está en el control de nuestra vida, todo se va al viento, o sea, las cosas conquistadas no valen nada, pues no se las aprovecha.
“No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?” Eclesiastés 2:24-25
Si Dios no está en el control de todo lo que tiene, todo se vuelve nada. Por eso, quien tiene sabiduría logra discernir las cosas y, así, aprovecharlas de la mejor manera.
Trabajar, tener bienes, familia, negocios es todo bendición de Dios, pero para los que tienen sabiduría para utilizar todo de la mejor manera. Coloque a Dios adelante de todas las cosas y de todo lo que posea y nada será llevado al viento.
“Porque al hombre que Le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y correr tras el viento.” Eclesiastés 2:26
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