Cuanto más temprano se trate el problema, menores serán las consecuencias en el futuro
A muchos niños les gusta, cuando hace frío, expulsar aire por la boca para ver el “humo” que les sale o para dibujar figuras en un cristal empañado. Esto está muy bien, pero debemos tener cuidado que al hacerlo no se acostumbren a tomar aire por la boca, ya que ésta no es la función principal de esta parte de nuestro cuerpo: le corresponde a la nariz.
La nariz calienta, humidifica y limpia el aire que por ella pasa. Si la nariz está obstruida por cualquier motivo, el pequeño se verá obligado a respirar por la boca, lo que ocasionará que el aire entre directamente por la boca.
Este aire que toma el pequeño será frio, seco y sucio, lo que hará que las mucosas que cubren la garganta se sequen e irriten, provocando tos, dolor y disminuyendo las defensas locales, favoreciendo así las infecciones. También puede llegar a producir alteraciones fisiológicas que pueden afectar al desarrollo físico y psíquico. Así, cuando un niño respira con la boca abierta (especialmente mientras duerme, aunque también lo puede hacer durante el día) estamos ante lo que se denomina síndrome de respirador bucal.
¿Cómo saber si mi hijo es respirador bucal?
Se considera que todo niño que respire por la boca (ya sea de manera continuada o en distintas situaciones) es un respirador bucal. Este tipo de respiración puede deberse a que la nariz esté obstruida, a diferentes hábitos viciosos que tiene el niño o por la anatomía de la nariz. Afecta tanto a lactantes, como a niños y a adultos, siendo en las grandes ciudades donde más casos se pueden encontrar.
Los síntomas más frecuentes que podemos encontrar en estos casos son, entre otros, la tos seca (incluso también durante la noche), dificultades respiratorias, apneas obstructivas del sueño, sinusitis u otitis; incluso se dan problemas posturales donde vemos la cabeza inclinada hacia atrás, hombros inclinados hacia delante o pecho hacia dentro.
Hay otro elemento que también se ve alterado cuando no se toma aire correctamente y que muchas veces no se tiene en tanta consideración (si bien es cierto que poco a poco se va prestando más atención): el lenguaje.
Cuando un niño toma aire por la boca, en lugar de hacerlo por la nariz de forma natural, se ven alterados también distintos aspectos de su anatomía que van a influir en la correcta producción del lenguaje oral. Por ejemplo, si el niño desde muy pequeño se acostumbra a llevar a cabo la respiración bucal, se pueden producir trastornos en el desarrollo del paladar (llegando a ser estrecho y hundido) y de la mandíbula. Otra consecuencia de estar en todo momento con la boca abierta es que los labios pierden su tonicidad, lo que podría dificultar el habla.
Así mismo, la lengua se encontraría en una posición atípica, permaneciendo en el suelo de la boca o incluso entre los dientes. Esto también puede acarrear trastornos para comer.
Finalmente, hay que hacer referencia a otro aspecto que se podría ver alterado si se prolonga en el tiempo la respiración bucal: al dormir con la boca abierta, y a causa de las apneas y los ronquidos, posiblemente no puedan descansar lo suficiente durante la noche debido a problemas de sueño (somnolencia durante el día, pesadillas…), traduciéndose esto cierta irritabilidad, impulsividad, falta de atención y dificultades de concentración, lo que va a repercutir, y no muy favorablemente, en el rendimiento escolar del pequeño.
Tratamiento
Será el médico pediatra quién orientará a los padres en el seguimiento y tratamiento de su hijo en el caso de que éste sea respirador bucal. También el otorrinolaringólogo podrá realizar un exámen al pequeño para descartar la existencia de hipertrofia de amígdalas, pólipos nasales o cualquier otro tipo de problema orgánico que dificulte la respiración nasal. El logopeda también toma un papel importante en estos niños, ya que pueden existir diferentes dislalias ocasionadas por las estructuras alteradas que toman parte en el habla. Otros profesionales que también pueden beneficiar al pequeño serán el odontólogo o el ortodoncista.
Conclusión
La combinación de niños que respiran por la boca y el frío puede ser muy devastadora para el pequeño ya que, como hemos visto, no sólo influye en la salud del pequeño, sino también en aspectos tales como el lenguaje, el desarrollo físico y el desarrollo psíquico. Así, el que un niño respire por la boca muchas veces pasa desapercibido y no se le da la importancia que se le debería dar, ya que sus repercusiones son muy importantes en el adecuado desarrollo de nuestro hijo.