Cómo el Señor dotó de conocimiento y habilidades a los artífices del Tabernáculo
“Entonces Moisés dijo a los hijos de Israel: «Mirad, el Señor ha nombrado a Bezaleel hijo de Uri hijo de Hur, de la tribu de Judá.
Y lo ha llenado del espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, en la talla de piedras de engaste y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa. Ha puesto en su corazón el don de enseñar, tanto a él como a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, y los ha llenado de habilidades para que hagan toda obra de arte y de invención, de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor e inventen todo diseño.” Éxodo 35:30-35
Los versículos mencionados cuentan parte de la historia del Tabernáculo. Dios dio inteligencia a Bezalel (ilustración), capacitándolo para investigar materiales y estudiar sus beneficios para realizar las obras ordenadas del templo itinerante. Le dio la habilidad para usar piedras, metales, tintas, tejidos y maderas para tan importante trabajo, para “crear invenciones”, como lo dice en el versículo bíblico.
Por ese motivo, Bezalel, puede ser considerado un maestro en varias especialidades: diseñador, científico, arquitecto, ingeniero, artesano, orfebre y decorador. Y otra función muy importante: la del profesor, pues el Señor le encargó, así como a su Aoliabe, enseñar el conocimiento adquirido de ahí en adelante.
Destacando dos de las funciones más importantes citadas, Bezalel es uno de los primeros arquitectos e ingenieros registrados en la historia. Obviamente, ya existían esos profesionales en otras culturas, aunque no se los conociera con esos nombres -pirámides erguidas en Egipto y otras construcciones no habrían sido erguidas sin ellos y sus proyectos.
De un modo simple, ¿en qué difiere un arquitecto de un ingeniero civil?
Un arquitecto estudia las necesidades, las funciones de un inmueble a ser construido: la finalidad, los objetos, los hábitos de los usuarios e incluso sus preferencias estéticas. Con estos datos, elabora un proyecto que atienda todo eso con funcionalidad, aprovechamiento del espacio, versatilidad (en la limpieza y en la manutención, por ejemplo). Y hoy en día en el mejor aprovechamiento de los recursos (como economía de energía), y varios otros. Una interacción eficiente entre el profesional y el cliente (que puede ser una persona física o una institución) es primordial para los buenos resultados.
El arquitecto también define los materiales más adecuados, la posición de la construcción de acuerdo con el terreno, la incidencia del sol, el desagüe de agua pluvial. En suma, optimiza la calidad y la utilización de la futura edificación.
Definidos tales requisitos, entra la figura del ingeniero civil. Él elabora proyectos para la instalación de las estructuras ideadas por el arquitecto. Las “saca del papel” y las transforma en realidad. Planifica las actividades de los profesionales involucrados en la obra(armadores, carpinteros, auxiliares, etc.), gerencia esos equipos, pide o adquiere los recursos, acompaña la ejecución del servicio y observa resultados (si el material tiene la resistencia deseada después de utilizado o si todo encaja en el presupuesto, por ejemplo).
Por lo tanto, las dos especialidades son complementarias.
Existen algunos profesionales que estudian tanto arquitectura como ingeniería. Bezalel puede incluirse en ese caso, puesto que no solo tuvo que entender el proyecto que Dios le entregó a Moisés, sino que debió edificarlo. Estudió los materiales, las formas de utilizarlos y buscó el mejor resultado posible en funcionalidad, resistencia, belleza y facilidad en el montaje, desmontaje y transporte – ya que el Tabernáculo fue pensado para viajar con los hebreos por el desierto.
Los trabajos de Bezalel y su gran equipo no se resumieron al Tabernáculo en sí. Ellos también confeccionaron el mobiliario interno y externo del templo móvil, así como sus accesorios y utensilios, como el Menorah y el Arca de la Alianza, según se explica en Éxodo 37.
“Hizo también Bezalel el Arca de madera de acacia; su longitud era de dos codos y medio, su anchura de codo y medio y su altura de codo y medio.
La recubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una cornisa de oro alrededor.
Además fundió cuatro argollas de oro para sus cuatro esquinas; en un lado dos argollas y en el otro lado dos argollas.
Hizo también varas de madera de acacia y las recubrió de oro.
Y metió las varas por las argollas a los lados del Arca, para transportar el Arca.
Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio de ancho.
Hizo también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. Éxodo 37:1-7
Obediencia
Dios le dio a Bezalel la capacidad de tomar materiales brutos de la naturaleza y transformarlos en instrumentos y en arte. Tesoros rústicos de arriba y de debajo de la tierra obtuvieron un valor irrefutable después de manipularlos con inteligencia y destreza. Escogido por el propio Señor, Bezalel, el hombre, como fruto de su obediencia, se convirtió en un gran ejemplo de eficiencia que perduró en la historia de la humanidad. Y esa unión y sumisión están en su propio nombre: Bezalel proviene del hebreo “bajo la sombra de Dios” (bajo Su protección).
La capacitación de Bezalel fue posible por su aplicación, su estudio de los materiales y de la forma como podrían ser utilizados. Su constante curiosidad fue esencial.
Sin embargo, su mayor capacitación fue espiritual. El propio Dios lo dotó del conocimiento necesario, cabiendo al hebreo aplicarlo con empeño, eficiencia y sabiduría – sobretodo por el hecho de ser un trabajo para el propio Padre. El jefe de la obra del Tabernáculo dio total espacio al Espíritu de Dios para que Él actuase en su vida. Habilidad, conocimiento, inteligencia, eficiencia y respeto fueron solamente algunos de los muchos frutos de la sumisión correcta y saludable.
Y tales frutos fueron distribuidos, pues Dios encargó a Bezalel que formara nuevos artífices como él, transmitiendo sus descubrimientos, sus invenciones – su propio conocimiento.
Como ejemplo de esto, funciona en Jerusalén, desde 1906, la Academia Bezalel de Artes y Diseño, renombrada en todo el mundo, que ayudó en la carrera de algunos de los más prestigiosos arquitectos, fotógrafos, diseñadores, ceramistas, joyeros y diversos tipos de profesionales del mundo, referentes en sus áreas de trabajo ( foto, un grupo de diseñadores de 1912 en la academia).
Como todo arte y toda ciencia, los profesionales de la arquitectura y de la ingeniería de hoy, por más que tengan acceso a una tecnología increíble e impensable en los tiempos bíblicos, mucho le deben a aquellos que estudiaron primero, como Bezalel, Aioliabe y el gran equipo que edificó el Tabernáculo bajo las órdenes de Dios.