Estos pocos, presentados como vencedores, acompañarán al Hijo de Dios como cortejo triunfal por el Cielo, con vestiduras resplandecientes. Esto será después de la primera resurrección, la abertura de los libros, y después de la revelación de aquellos cuyos nombres están escritos en los cielos. ¡Aleluya!
Nada puede ser más importante en la vida del ser humano que estar en paz con Dios y seguro de la Salvación eterna. Las vestiduras blancas son colocadas inmediatamente, y solo sobre aquellos cuyas vidas fueron lavadas por la sangre del Señor Jesucristo.
Delante del Dios-Padre, estas vestiduras blancas ya son un hecho consumado. Mantenerlas es de vital importancia para que el nombre del cristiano nunca sea borrado del Libro de la Vida.
Que quede bien claro, no obstante, que la Salvación eterna es algo que se conquista cada día, a cada instante, y, contrariando aquellos que han predicado la doctrina de que “una vez salvo, salvo para siempre”, el Señor Jesús es muy explícito cuando dice: “… y no borraré su nombre del Libro de la Vida…” (Apocalipsis 3:5).
Eso significa que es posible perder la Salvación. También el profeta Ezequiel advierte:
“Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, y Yo pongo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no lo amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no serán tenidas en cuenta; pero su sangre demandaré de tu mano.” Ezequiel 3:20
El escritor de la epístola a los judíos cristianos también confirma la posibilidad de perder la Salvación:
“Es imposible que los que una vez fueron iluminados, gustaron del don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a la burla.” Hebreos 6:4-6
Tales pasajes bíblicos, además de otros, concuerdan entre sí en la posibilidad de perder la Salvación. Por eso el Señor Jesús concluye todas Sus cartas diciendo que el vencedor heredará ¡esto o aquello!
El cristiano precisa mantenerse inmune a la suciedad de este mundo vil, a fin de conservar limpias sus vestiduras. Es necesario, sin embargo, vigilar y orar todo el tiempo, para no caer en las trampas que el diablo tiene preparadas para aquellos que son de Dios.
La verdad es que el diablo, como en la tentación del Señor en el desierto, ha usado la propia Palabra de Dios distorsionada, para intentar corromper y confundir la mente de los cristianos que no ejercitan su fe.
Cuando el Señor Jesús hace referencia a no borrar el nombre del Libro de la Vida, está diciendo, en otras palabras, que así como es posible que haya registro del nombre de alguien en este libro, también es posible borrarlo, en el caso de que este nombre no sea más digno.
La Salvación eterna es algo que se conquista a través de una lucha constante contra las fuerzas del infierno. Si vencemos, conquistaremos la Salvación; en caso contrario, la perderemos.
Nuestra victoria va a darnos el privilegio de ver y oír al Señor Jesús confesar nuestro nombre delante del Padre y de Sus ángeles.
Amigo lector, ¿usted está seguro de que su nombre será confesado por el Señor Jesús delante del Padre y de Sus ángeles? ¿Está seguro de que un día será vestido de vestiduras blancas?
Si acaso tiene dudas en cuanto a esto, humíllese delante del Señor Jesús; ponga su rostro en el suelo y clame a Él con todo el corazón, confesando sus pecados y determinando, a partir de ahora, ¡no volver a practicarlos nunca más! Y el Espíritu Santo hará el resto en su vida Amén.
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