Él, realmente, nunca más fue el mismo
Clara plantó un jazminero en el frente de su casa, porque le parecía que la fachada estaba un poco triste, oscura. Con un árbol habría sombra, y en el caso del jazminero, un perfume suave en la época de las flores. Años después, la imponencia de los gajos perjudicaba la entrada de la casa. Clara, enojada con el cansancio de la vida y con las hojas que insistían en caer excesivamente, formando una alfombra que necesitaba ser retirada o denotaba descuido, decidió deshacerse de su árbol.
Pobre jazminero… Si pudiera hablar diría que no lo hizo por malo. Su intención era solo ofrecer una buena sombra y un buen perfume con sus flores. Pero como los árboles no hablan, vino Josué, un hombre que vestía un pantalón oscuro y una camisa marrón que, por orden de Clara, cortó al jazminero. Josué dejó solo un tronco feo y sufrido, y eso fue porque el hacha dejó el trabajo inconcluso.
Un hombre que pasaba cerca del lugar, miró la escena y dijo para sí:
“Pobre jazminero, nunca más será el mismo.”
En la vida, hay muchas personas sufriendo, perdiendo sus sueños y hasta las ganas de vivir, como aquel árbol perdió sus gajos, pagando tan caro en nuestra historia. El jazminero que se volvió tronco no perdió su raíz y, día tras día, fue resistiendo ese proceso de mortificación y tristeza y su raíz absorbía la fuerza de la tierra.
Así también las personas se sorprenden de su propia fuerza, cuando, en medio de cualquier situación de pérdida, se unen a Aquel que es capaz de cambiar cualquier historia: Dios. Aún quedando con tantas preguntas sin respuestas.
Un poco cada día y todo se arregla. Con perseverancia, aliando la fe a la paciencia, como el árbol de nuestra historia que resistió sublime, y después de algún tiempo ya mostraba nuevos gajos más lindos y organizados.
Dudar de Dios es lo mismo que perder la esperanza. Es abandonar la chance de ser una nueva persona y vivir una nueva vida.
El hombre que dijo que el jazminero nunca más sería el mismo no estaba equivocado. Después de todo, él se puso aún más lindo. Y eso vale para que usted pueda entrar en los planes de Dios. Si usted ya tuvo sombra y flores, y hoy no tiene nada más que ofrecer, sepa que realmente nunca más va a ser como fue un día. Usted va a ser mejor que antes.