Este tipo de sentimiento es lo que lleva a las personas a nutrir celos enfermizos, al igual que la infidelidad conyugal
Cuando el amor entre dos personas está lleno de celos y expectativas en ser amado por el otro, entonces este amor está en doble mano, siendo dirigido en un sentido y aguardando ansiosamente una devolución. Este amor no proviene de Dios; es humano, carnal y egoísta.
En realidad, es solo una expresión fervorosa más de egocentrismo, como una pasión desenfrenada. Este tipo de sentimiento es el que lleva a las personas a alimentar celos enfermizos, así como también la infidelidad conyugal, porque actuando de esa manera, ambos se decepcionan, porque la base de este amor es puramente egoísta. Pronto, muy pronto, después de haber satisfecho los deseos de la carne, comienzan a descubrir los defectos de su pareja, y el final del “amor” viene en breve.
Cuando el Espíritu Santo nos advierte para que contraigamos matrimonio con alguien de la misma fe, es exactamente con la intención de que no seamos llevados por la ventisca del amor impropio, irreal e irregular que tanto impera en este mundo diabólico. El diablo sabe usar muy bien a las personas desconocedoras de Dios, que se ahogan en el mar de las pasiones causales
y febriles, razón por la cual este mundo se encuentra en un caos total, donde el amor puro es cada vez más escaso y frío, conforme a lo que el Señor Jesús profetizó…
El verdadero cristiano debe tener mucho cuidado en no dejarse llevar por las trampas demoníacas, pues si sus sentimientos caen en los ambientes de este mundo, es posible que hasta la fe cristiana desfallezca también. Y no son pocas las personas que perdieron el cuidado de la fe debido a las decepciones amorosas.
Después hasta tienen la petulancia de decir que Dios no las protegió. En realidad, cuando ellas deberían haber observado la Palabra de Dios, hicieron un “truquito”
para rodearla, diciendo que su pareja acabaría convirtiéndose también. Un día, sin embargo, son ellas las que se desconvirtieron, debido a la total presencia de las tinieblas en sus vidas. El Señor afirma con absoluta claridad, para que nadie tenga dudas:
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” 2 Corintios 6:14, 15
El amor que debemos nutrir por quien es escéptico debe tener un sentido exclusivamente espiritual, o sea, el deseo sincero de hacer que se encuentre consigo mismo y, por encima de todo, con Dios, en la Persona de Su Hijo Jesucristo, como Salvador personal.
(*) Texto extraído del libro “El Espíritu Santo”, del obispo Edir Macedo.