Cuando nos encontramos en las vísperas de la primavera y del último trimestre del año, escuchamos mucho la típica excusa de los perezosos: “Ah, ahora ya no se puede, ¡lo dejo para el año que viene!”. No, no deje para después lo que usted ya puede comenzar a planear o incluso ejecutar.
Es también en esta época del año que pasamos a evaluar lo que realizamos, y lo que quedó por hacer. Piense. ¿Qué fue lo que usted puso en práctica este año de lo que realmente quería? ¿Qué le falta aún para que sus objetivos se vuelvan realidad?
“El que al viento observa, no sembrará, y el que a las nubes mira, no segará. Así como tú no sabes cuál es el camino del viento ni cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así también ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tus manos; pues no sabes qué es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.” Eclesiastés 11:4-6
Muchas veces, la rutina nos hace caer en una uniformidad de actitudes y pensamientos. Pero, no deje que eso trabe su planificación y el deseo de comenzar algo de cero, continuar el plan de una carrera de éxito o finalizar una obra. El objetivo, de aquí en adelante, es no acumular pendientes.
Organícese. Este es el momento de que usted tome decisiones, acepte lo que usted se propuso a hacer meses atrás. Quién sabe, ampliar ese objetivo y continuar ejecutándolo con mucha seguridad, sabiduría y éxito el año que viene. Revea las etapas de su planificación, ahora.
La mayoría de las personas suele encontrar excusas como la falta de tiempo, de oportunidad o de dinero. Sea diferente. Haga la diferencia y coloque su plan en práctica. Dedique un tiempo de su día y poco a poco usted cumplirá sus objetivos de vida, uno a uno.
“Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y Él hará derechas tus veredas…” Proverbios 3:5-6