“¡Mirad cuán bueno y cuán agradable es habitar los hermanos juntos en armonía!” Salmos 133:1
Bueno y agradable son dos adjetivos prácticamente raros, y es casi imposible que estén juntos hoy en día, principalmente cuando se trata de cosas habituales.
No siempre que hacemos algo bueno para la salud, también es agradable al paladar, por ejemplo. Tener comunión no es solamente estar cerca, sino participar de la vida del otro, andar con él, convivir en las dificultades y alegrías. Es dividir momentos importantes, sean buenos o malos.
Vivir en comunión es como nuestro cuerpo. Cada miembro tiene su función, pero uno depende del otro. Así es cuando estamos en comunión con las personas.
A veces, necesitamos alguna idea, hacer algo, pero no tenemos el don que el otro que está al lado puede tener. Es de esta manera que logramos ser ayudados en las aflicciones.
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como Él quiso.
Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro.
Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.
De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” 1 Corintios 12:12-27
Es esa comunión que también nos ayuda a librarnos de los pecados, porque el auxilio puede venir de aquel que menos se espera, en oración y actitudes de amor, que no siempre son expuestos, sino colocados ante Dios.
“…pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7)
Es en esa comunión que surgen los sentimientos de amor, los lazos se fortalecen, las alegrías son repartidas y el sufrimiento es el motivo de oración de todos.
Quien vive en comunión no da espacio para la soledad, la tristeza y la depresión, los sentimientos y hasta las enfermedades cada vez más recurrentes en los días actuales.
“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” Filipenses 2:1-4
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