¿Qué significa milagro? Es un hecho o un acontecimiento extraordinario, que no se puede explicar por las leyes de la naturaleza. Aunque todos los hechos de Dios son milagros, como por ejemplo la cura de un dolor de cabeza o de un cáncer. Sin embargo, hay hechos del Señor que escapan totalmente a las leyes y sistemas naturales, por ejemplo: la multiplicación de cinco panes y dos peces, la resurrección de Lázaro; cuando el Señor Jesús caminó sobre las aguas, la destrucción de las murallas de Jericó, parar el sol por casi veinticuatro horas, volviéndose aquel día el más largo de la Creación, la apertura del Mar Rojo, etc. Es este tipo de milagro al que se refiere el don de realización de milagros.
Antes de examinar propiamente este don, queremos dejar bien en claro que el mismo Dios que dividió las aguas del Mar Rojo, fue el mismo que resucitó a la hija de Jairo y el que transformó mi propia vida y está dispuesto para hacer lo mismo con quien lo invoque de todo corazón. Nosotros hablamos así porque en la Teología moderna que se cultiva dentro de las catedrales de cristal, es común la teoría de que “el tiempo de los milagros ya pasó, que en esa época estaba la necesidad de que Dios manifestase poderosamente, para que el pueblo creyese en un solo Dios”. Sin embargo, no puede existir nada más ridículo, estúpido y demoníaco que este tipo de pensamientos, ya que aquellos que así lo creen, también creen en el envejecimiento de Dios. Hoy, la humanidad está más evolucionada y el Señor no necesita hacer ya más grandes señales para que se crea en Él, conforme podemos confirmar en estos versículos de la carta a los Hebreos:
“Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.” Hebreos 1:10?12
Esta declaración no tendría necesidad de hacerse, si en el fondo de ella no existiese un verdadero y gran propósito de dejar en claro que lo que Dios realizó en el pasado, lo realiza en el presente y lo realizará en el futuro. Cuando el autor define a Dios como lo mismo, está afirmando que Él no cambia y jamás cambiará Su manera de ser. Entonces, los que creen que el tiempo de los milagros ya pasó, realmente pasó para ellos solamente, ¡pero no para nosotros que creemos de todo nuestro corazón!
La verdad es que la gloria del Señor no está en los grandes hechos del pasado, porque Él no vive de la gloria del pasado. ¿Qué tipo de gloria recibiría el Señor si su pueblo se reuniese cada mañana, o cada domingo, enfermo, dolorido y lleno de problemas, para glorificar Su Nombre por los hechos del pasado? ¿Cómo se sentiría Dios viendo esta imagen? ¿Sería exaltado? Como está escrito en Isaías 38:18: “Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad”.
No es muy fácil distinguir el don de realización de milagros, cuando todos los demás dones son realmente milagros. Sin embargo, los milagros incluidos en este capítulo son inherentes a la naturaleza inanimada, con manipulación de objetos o fuerzas inanimadas.
Es obvio que ningún don del Espíritu Santo se manifestará sin que haya participación del propio Espíritu de Dios junto con la participación de un instrumento humano. Por ejemplo: para que las aguas del Mar Rojo se abriesen, fue necesario que Moisés extendiese su cayado; para que el sol se quedase retenido casi un día entero, fue necesario que Josué hiciese aquella oración específica; lo mismo Josué con su ejército, rodeó Jericó trece veces, entonces Dios hizo caer las murallas de aquella ciudad.
Podemos verificar que las cosas inanimadas recibieron una acción externa y se volvieron animadas, capaces de recibir órdenes. Dios, efectivamente, tiene completo dominio sobre Su creación y actúa en ella de la mejor manera que le parece. Lo que para Él es algo normal, para nosotros es un milagro. Sobre esto, el propio Señor Jesús dijo, afirmando la importancia de la fe contra su mayor enemigo, la duda:
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.”, (Marcos 11:23).
Creo que aquí está el secreto del don de realización de milagros, porque en el momento en que alguien se propone manifestarse en este mundo de acuerdo con la voluntad de Dios y quiere realizar las grandes maravillas que los pueblos paganos necesitan ver, creyendo en un único y verdadero Dios, es porque el Espíritu del Señor ya lo escogió para este propósito.
Dios quiere hacer grandes cosas hoy como lo hizo en el pasado. Y, por eso, Él distribuye Sus dones a sus siervos según Le place, en el intento de beneficiar a los pueblos, ejercitar nuestra fe y sobre todo ser glorificado. Hoy, Él tiene más interés en hacer milagros en nuestras vidas de lo que nosotros necesitamos. Sin embargo, esto jamás sucederá mientras nosotros no tomemos posición en este sentido; es decir, mientras no demos el primer paso de fe.
Texto extraído del libro “El Espíritu Santo” del obispo Edir Macedo