“Tantos caminos me parecen atractivos… Recibo invitaciones tentadoras sobre cosas deseables a los ojos. Pero no quiero agradar a mi carne. ¿Qué puedo hacer para vencerme a mí misma? Estoy indecisa.”
Respuesta:
Amiga, muchas veces usted se habrá sentido así, entre la “espada y la pared”. Por un lado está la voz de Dios llamándola a las cosas de espirituales, por otro lado, los amigos o familiares invitándola a fiestas, paseos, reuniones y otras distracciones. Entonces usted se confunde, pero si esas cosas llaman su atención, las elegirá antes de cumplir sus compromisos con Dios – no es que no pueda tener sus momentos de esparcimiento, mientras que eso no implique dejar las cosas de Dios.
¿Cuántos han dejado a Dios para el final? Piensan que lo han puesto primero, pero sus actitudes y elecciones muestran que Él siempre queda para después. “Si llego, voy a la iglesia”; “Si tengo tiempo, leo la Biblia”; “Si no aparece otra cosa, participo de ese evento de la iglesia…”.
No honran a Dios con su comportamiento, sus amistades, su testimonio, su celo, lo que muestra que la persona ha puesto a sí misma y sus placeres en primer lugar, y si sobra algo para Dios, ok; si no sobra nada, ni siquiera se preocupa. Anda tan distraída que no se da cuenta de lo que se está perdiendo. Ella no logra decirle no a nadie, pero lo hace con Dios, a cada rato.
De ahí proviene el enfriamiento espiritual, por eso muchos se sienten vacíos, debilitados en la fe, sin motivación, en fin, están en la iglesia pero lejos de Dios.
La decisión que tome y la elección que haga, van a determinar el rumbo de su vida. Pues quien pone a Dios en primer lugar, siempre sabe qué elegir, opta por todo lo que es bueno para su fe.
Respuesta extraída del blog de Tania Rubim.
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