Creció mucho, y por todo el mundo, la restricción en relación a la manifestación de la fe en público, así lo demuestra un relevamiento realizado por el Centro de Investigaciones Pew, de los Estados Unidos, que analiza la interacción entre religión y vida en sociedad. En el mismo, se contemplaron todas las prácticas religiosas.
El estudio muestra que el 75% de la población mundial sufre algún tipo de restricción – entre débil, moderada y severa – en cuanto a la manifestación de su creencia, sea por parte de los gobiernos o por la propia población de algunos lugares. El registro anterior fue del 70%.
Según los datos recolectados, creció considerablemente el número de países que ajustaron sus leyes de restricción a la práctica de la fe. Eran el 31% de los países del planeta el año pasado, ahora son del 37%.
Las restricciones adoptadas se proponen combatir lo que esos países llaman proselitismo o blasfemia, según sus propios padrones. Las medidas impiden o limitan la práctica de determinadas creencias. En Uzbekistán, por ejemplo, sólo se permiten materiales religiosos producidos por el Estado.
También fue incluida en la investigación, la práctica de la restricción por fuentes no gubernamentales, como la mafia y otros grupos que promueven la intolerancia debido, según el Centro Pew, a la inactividad de las autoridades concernientes.
Aunque la recolección de datos se haya realizado con anterioridad a los relevamientos recientes en los países árabes, los índices ya mostraban que la región es una de las más severas en lo que respecta a la limitación de la libertad religiosa. Al mismo tiempo, la investigación muestra que hoy hay mayor divulgación de los casos de este tipo de restricciones, que crecieron mucho en áreas como Oriente Medio, Norte de África y África Sub-sahariana, por parte de los gobiernos o no.
Curiosamente, Estados Unidos, siempre declarado como el mensajero mundial de la libertad, salió de la categoría de baja restricción (en la cual está incluido Brasil) hacia moderada, sobretodo en las esferas estatales y municipales.
Vale recordar: que hace cerca de 2 mil años, el Imperio Romano intentó sofocar a los que divulgaban los preceptos de Dios, según lo que fue enseñado por Jesucristo, llegando a sacrificarlo para intimidar a sus seguidores. Pero fue a partir de ese sacrificio que el cristianismo obtuvo fuerza para avanzar por el planeta, aun enfrentando dificultades hasta hoy.