Una escena reciente en un presidio en Minas Gerais llamó la atención. Varios detenidos estaban arrodillados en el suelo del patio de la institución carcelaria.
A 20 años del episodio conocido como la Masacre de Carandiru, en San Pablo, en que 111 presos murieron, la foto actual, que recuerda el triste acontecimiento, podría causar alarma y repulsión. Solo que la nueva imagen muestra a hombres arrodillados no bajo la amenaza de armas de fuego. Sino que se curvan ante un poder mayor que el de la ametralladora, y lo hicieron por su propia voluntad. Se arrodillaron ante Dios al tomar una decisión que marcará el inicio de la transformación de sus vidas: el bautismo en las aguas.
En el municipio de Ribeirão das Neves, los internos del Presidio José Martinho Drummond recibieron la visita del grupo de Evangelización Carcelaria de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
El coordinador del trabajo en Minas, el obispo Celso Araújo, explicó la importancia de esa decisión. “A través del bautismo en las aguas el viejo hombre, esclavo de los deseos carnales, de una vida mundana, perdido en las drogas y en la criminalidad. Sin embargo, al querer cambiar de vida, se arrepintieron de todo su corazón, recibieron a Dios y la garantía de vivir una nueva vida”.
Esto fue suficiente para que 43 de los internos recuperados optaran por bautizarse en las aguas para renacer de Dios como nuevas criaturas. Después del bautismo, cada uno recibió una Biblia y un libro de estudios bíblicos, que los ayudarán mucho en su crecimiento espiritual.