A medida que el ser humano desarrolla su capacidad intelectual, también se va desarrollando su fe natural. Y cuanto mayor es la fe natural, mayor es la dependencia a ésta. No se puede decir lo mismo de la fe sobrenatural que es independiente de las informaciones naturales o de la sabiduría de este mundo. Cuanto menos se use la razón, más se manifestará la fe sobrenatural.
Considerando que la fe sobrenatural viene de Dios, depende exclusivamente de la acción del Espíritu Santo, y para que eso acontezca, es necesario que cada uno de nosotros se vacíe de sí mismo. Fue así como aconteció con los héroes de la fe en el pasado. A fin de cuentas, ¿qué conocimiento intelectual tenían ellos para manifestar tamaña fe sobrenatural? Es verdad que algunos de ellos eran sabios, pero aun así dejaron la sabiduría de este mundo para entregarse a las locuras de la fe sobrenatural. Por ejemplo, el apóstol Pablo, que era doctor en la ley, le confesó a los cristianos en Corinto:
“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría, pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. (…) y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.”1 Corintios 2:1-2,4-5
Eso significa que la fe natural se apoya en la sabiduría humana, mientras que la fe sobrenatural se apoya sólo en el poder de Dios.