María había quedado en encontrarse con uno de los hombres que veía ocasionalmente. Desde la muerte de su esposo, aunque lo único que quería era sentirse amada, aceptaba la compañía de cualquier hombre que le ofreciera compañía, al menos por un rato. Encendió el cuarto cigarrillo, a pesar de que hacía solo 10 minutos que estaba esperando, necesitaba calmarse, la noche anterior había bebido y golpeado a su pequeña hija hasta hacerla sangrar, ahora necesitaba un poco de paz.
El tiempo pasaba y ella seguía esperando, pensaba en sus penurias económicas, las deudas que aumentaban, y María no conseguía trabajo y se deprimía cada vez más. Hasta que él llegó, ella le reclamó el retraso, él contestó con un insulto, ella se irritó y levantó la voz, entonces él la tomó por el brazo, la empujó y se fue. María no entendía porqué tanto sufrimiento…
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