Siempre que se lee sobre Juan, estaba su hermano Santiago, a su lado. Eran tan unidos que conocieron a Jesús y se decidieron a seguirlo cuando estaban juntos, trabajando en el barco de su padre (Marcos 1:39).
Los dos participaban de momentos especiales con Jesús, como la Transfiguración (Marcos 9:2-13), donde también estaba Pedro. Fueron solo esos tres apóstoles a los que Jesús llamó para que fueran testigos de Su poder. Eso constata cuán abiertos estaban a Él.
Santiago nos hace pensar, ¿somos de igual forma amigos y compañeros de nuestros hermanos de sangre, y por qué no, también, de nuestros “hermanos de la vida”? En todo él y Juan estaban juntos, compartiendo y viviendo al lado de Jesús. Santiago no perdió la oportunidad de estar en unión y vivir el amor a diario.
Él deseó seguir a Jesús y así lo hizo. Según estudios, después de la crucifixión de Jesús, el apóstol Santiago salió a predicar el cristianismo en la región de Galicia. Las tradiciones afirman que fue el primer misionero cristiano que trabajó en España.
Al regresar, así como otros que también predicaban el amor de Cristo, fue perseguido, estuvo preso y el rey Herodes lo mató con una espada (Hechos 12:1-2). Aún así, la Palabra de Dios creció y se multiplicó hasta los días de hoy (Hechos 12:24).
Santiago fue enterrado en un cementerio romano. Con las invasiones bárbaras, la caída del Imperio Romano y, posteriormente, las invasiones musulmanas, la tumba terminó siendo “olvidada”, o perdida.
Reflexión
¿Hasta dónde llega nuestra fe? ¿Ella es colocada en práctica en cualquier situación o dificultad? Hoy vivimos en un país libre, que permite la libertad de culto de las personas, sin que las persecuciones tan horribles sucedan. Sin embargo, ¿usted sería capaz de ir hasta las últimas consecuencias por el hecho de tener fe?
Si su respuesta fue no, no se preocupe, porque en la Palabra también encontramos el ejemplo de un apóstol que negó a Jesús tres veces (Mateo 26:34 y 69).
Pero si usted desea tener una fe de calidad, tiene que vivir según los preceptos de Jesús, así como Santiago hizo, sin miedo y sin negar Su amor. Quizás eso sea un don, que debe ser incesantemente buscado.
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