Quien mira a los obispos y pastores de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) desarrollando su misión evangelizadora en el altar, en las cárceles, o donde se encuentren los afligidos, no se imagina los caminos transitados hasta llegar a donde están. Muchos tienen historias de sufrimiento, estuvieron involucrados en los vicios y pasaron por malos momentos, sin embargo, también están los que desde niños participaron de la iglesia y disfrutaron el trabajo de la Escuelita Bíblica Infantojuvenil (EBI). Además de los beneficios de tener una vida lejos de los males que afectan a los jóvenes en la actualidad, muchos ingresan en la Obra de Dios y son obreros, pastores, obispos y evangelistas.
El pastor Alan Pereira de Andrade, de 21 años, de la IURD de Realengo, en Río de Janeiro, dice que ser pastor es un privilegio y reconoce que eso fue posible gracias a las enseñanzas que recibió, desde los 3 años, en la EBI. A los 14, formaba parte del GF teen, grupo que reúne a los adolescentes, entre 11 y 14 años, de la IURD.
“Recuerdo con alegría la manera en que me recibían en la EBI. Las fiestas en que participé, las oraciones recibidas, la dedicación de las voluntarias… Fue un tiempo feliz que marcó mi infancia. Allí dí mis primeros pasos con Dios”, afirma Alan.
Según la educadora Fernanda Silva Vieira Soares, Alan Pereira siempre fue un niño asiduo y atento a las reuniones de domingo en el Cenáculo.
“Él siempre demostró mucha dedicación en la EBI. Siempre fue muy educado y cuidadoso. Eso será muy positivo en su vida como pastor”, analiza la educadora.
Alan cuenta que, en el GF teen, fue recibiendo otras enseñanzas que lo condujeron a la conversión. “Recuerdo que en una vigilia con el obispo Guaracy, en el Cenáculo Principal de Río de Janeiro, tuve una experiencia con Dios. Fue como si me encontrara con el Señor Jesús. Cuando la persona va a la iglesia Dios está a su lado, pero, cuando ella se entrega al 100%, se produce la experiencia del nuevo nacimiento. A partir de entonces, Dios está en el interior de ella”, explica.
Siempre con el grupo de la EBI
Alan reconoce que continuar en la presencia de Dios fue un desafío. “Recibí invitaciones que buscaban que no permaneciera en la iglesia. Muchos jóvenes no permanecen con Jesús, son influenciados por las amistades. Si no bebe alcohol, termina tomando para ser parte del grupo. Varias veces intentaron desviarme, pero preferí mi grupo de la EBI y aconsejo a los preadolescentes que actúen de la misma manera”, finaliza.