Con muchas dudas y sin dirección para revertir la situación, la publicista Marta Barreto, de 58 años llegó al Cenáculo del Espíritu Santo en el barrio de Brás, zona este de San Pablo. Ella cuenta que, en esa oportunidad, sufría con los prejuicios adquiridos por una sociedad deshecha, lo que la dejó sin nada.
“Invertí todo lo que tenía en esa empresa y, cuando la perdí, lloraba todo el tiempo. No me conformaba con haberme esforzado tanto y haber llegado a ese punto”, explica.
Sin embargo, al participar de las reuniones de fe en el Cenáculo, Marta dice que escuchó hablar de la “Hoguera Santa”. Las palabras la motivaron a cambiar de vida, le dieron nuevas esperanzas y ella – segura – aceptó el desafío.
“Me lancé con todo. Apliqué mi fe de la manera que me enseñaron, hice mi parte y, hoy, soy una mujer transformada. Ese cambio no sucedió solo en algunas áreas de mi vida, ¡sino en todas! Estaba vacía, sufría y ahora soy feliz”, le dice Marta al obispo Edir Macedo, durante la reunión el domingo 25 de noviembre, en el altar del Cenáculo de Bràs, que se encuentra al lado de las obras del futuro Templo de Salomón.
Durante el encuentro, el obispo comentó la historia de la publicista como ejemplo de fe. “Ella tenía una indignación y un clamor de fe en su interior que afloraron, y así se produjo el milagro”, explicaba a la multitud enseñando a los presentes a usar la fe para alcanzar la solución a sus problemas.
“Lo que cambia la vida de una persona es la relación individual con Dios. Es necesario tener la certeza absoluta y mostrar eso a través del sacrificio. El amor se expresa a través de la entrega, y la fe se demuestra a través del sacrificio”, enfatiza.
Al final de la reunión, el obispo oró por los presentes intercediendo para que conozcan a Dios y, por encima de todas las cosas, establecieran una relación sincera con Él a través de una entrega total de vida.