Orar, orar y no recibir lo que se pide. Pedir, persistir y no tener respuesta alguna. A veces, eso es lo que sucede porque Dios responde en el momento y de la forma que Él quiere.
Pero hay una parábola que habla sobre el deber de orar siempre y nunca desmayar, ésta cuenta la historia de una viuda que necesitaba la sentencia de un juez injusto. Y ella no desistió hasta que fue oída.
“Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.” Lucas 18:4-5
El juez solo la atendió porque ella era muy insistente. ¿Somos nosotros así de persistentes al hablar con el Justo de los justos?
El Señor establece justicia
La oración es el camino para que entendamos a Dios y Sus planes. Por eso, no podemos desistir de orar, ya que la justicia llegará – aunque sea tarde a nuestros ojos- en el momento que menos lo espera, cuando no hay más esperanza humana.
¿Pero cuál es su capacidad de persistencia? ¿Cuánto ha orado usted por la justicia de Dios, por una respuesta? ¿Cuánto de su tiempo ha dedicado a conocer más de Él?
Él es un supremo ser y está actuando, aunque no lo veamos. El secreto es tener fe de que Él hará y no hacer por usted mismo, correr detrás del viento, hacer las cosas a su manera. Cuando eso sucede, se pierde la fe de que algo puede suceder, porque se está actuando en el lugar de Dios.
“Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.” Eclesiastés 1:14
Solo ore, crea, tenga fe, Él es justo y nos oye. No desista, persista. Haga su parte y Dios hará la de Él, en el mejor momento y de la mejor forma.
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