Cuando alguien llega a la iglesia por primera vez, buscando ayuda, la mayoría de las veces, la primera persona que va su encuentro es un obrero o una obrera.
Por lo tanto es importante que este obrero/a se presente siempre aseado, sea educado para conversar con la persona sufrida que recién llega, según las instrucciones bíblicas, nunca dé su propia opinión y no quiera resolver un problema a través de sus propios pensamientos o ideas.
El obrero/a debe siempre vivir lo que predica, es decir, nunca dejar de creer en las Escrituras y en el poder que Dios tiene para realizar milagros. Recuerde que la primera impresión es la que va a permanecer en la óptica de esa persona.
Si algún obrero/a atiende a esa persona de cualquier manera, apurado, sin interés en ayudar, esa persona, quizás jamás regrese a la iglesia, incluso puede hacer que sus amigos, conocidos y parientes nunca vayan a ese lugar.
Observe lo que dice 2 Timoteo 2:15
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”
Por este motivo, cuando el Señor Jesús le dijo a los discípulos que no salieran de Jerusalén hasta que el Espíritu Santo descendiera sobre ellos, fue exactamente para esto. Cuando alguien tiene realmente el Espíritu Santo en su interior, la persona piensa como Dios piensa. Y el pensamiento de Dios es salvar almas.
La persona no puede querer ser un obrero/a para llenar los pasillos de la casa de oración, sino para ayudar al prójimo. Solamente los que son salvos traen dentro de sí un deseo ardiente de salvar a los que están perdidos.
Cuando una persona es bautizada en el Espíritu Santo recibe la bendición más importante que existe en el universo, que es tener el Espíritu de Dios, así ella pasa a tener el deseo y la responsabilidad de ayudar al prójimo.
Por eso nadie puede ser levantado a obrero/a sin antes haber recibido el bautismo con el Espíritu Santo, tal como dice nuestro Señor Jesús.
Viendo así, debemos permanecer en Jerusalén, o sea, tenemos que aprender, primero, ser preparados para este trabajo, solo después podremos ir al campo de batalla, de lo contrario, perderemos en el primer combate.
Cuando somos levantados a obreros/as, pasamos a lidiar con las almas, “vidas humanas”, y declaramos la guerra al diablo que, a su vez, no la hará fácil. Él va a luchar con todas sus armas par no permitir que alguien sea quitado de sus garras. Este es el motivo por el que debemos siempre estar muy cerca de Dios, en oración, leyendo la Biblia, ayunando, santificándonos, y lo más importante: mantener la FIDELIDAD en todos los sentidos para con Dios.
Ser obrero/a no es solo vestir un uniforme, sino decrecer a las profundidades del infierno para rescatar las almas de ese sufrimiento que puede volverse eterno, pues para muchos no hay nada más que hacer, pues murieron sin Jesús y ya están allá.