El Espíritu de Dios nos ha enseñado que, “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” (Santiago 2:26). Él ha determinado la fe sobrenatural como único mecanismo de salvación en todos los aspectos, especialmente lo dice respecto a la Salvación eterna.
Mientras tanto, esa fe no puede ser considerada como un mero sentimiento del corazón, teniendo en cuenta que el sentimiento de fe del corazón es puramente emotivo y vulgar. Es una creencia el hecho de que no se puede confiar, haciendo de cuenta que esa fe está sujeta a las circunstancias, conforme hablamos. Esto es, si las circunstancias son favorables, entonces hay una supuesta manifestación de fe. Pero, si las circunstancias no son favorables, entonces no hay “fe”. La fe sobrenatural exige actitud independientemente de los sentimientos o de las circunstancias.
Ella sigue la ley de causa y efecto, o sea, si hay fe sobrenatural, hay acción firme. Si no hay fe, naturalmente no hay acción. Eso se confirma en la Palabra del Señor al decirnos que “… El que creyere, no se apresure.” (Isaías 28:16). En estos últimos tiempos, el mundo ha vivido en una verdadera crisis de confianza. Las noticias han registrado caídas en las Bolsas de Valores en todo el mundo. Uno de los mayores especialistas en el asunto afirma que, en este momento, el problema no es la falta de dinero, sino falta de confianza por parte de los inversionistas.
La falta de fe y el miedo han hecho retraer todos los mercados, y la previsión es de un caos económico mundial. Consecuentemente, la perspectiva del futuro es el desempleo en larga escala, “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gálatas 6:7). Todo lo que se siembra es fruto de la fe positiva o de la fe negativa. La positiva empuja a la persona hacia adelante, mientras que la fe negativa le impide avanzar.
De una forma o de otra, la fe por sí sola exige actitud. Si es fe positiva, entonces la actitud será positiva, pero si es negativa, entonces la actitud será negativa. Al final, fe es acción, sea tanto positiva o negativa. Los hipócritas defendían la fe en las escrituras de Moisés y de los profetas pero no la practicaban. La ley y los profetas exigían la práctica de sus reglas y en caso de que no fuesen observadas, dependiendo de su gravedad, el infractor podría ser penado hasta con la muerte.
El cuadro se repite hoy en día, cuando muchos religiosos generalmente tienen el mismo comportamiento de aquellos hipócritas, o sea, defienden con uñas y dientes las costumbres y las tradiciones religiosas, pero
se niegan a la práctica de las enseñanzas de Jesús, fundamentados en la justicia, misericordia y fe.