En génesis 18, después de que Dios le prometiera a Abraham que tendría un hijo (Isaac), el Señor se acercó a su siervo acompañado por ángeles. Dios pretendía destruir Sodoma y Gomorra, dos ciudades conocidas por su perversión y su profunda maldad. El patriarca hebreo le pidió a Dios que preservase la región donde habitaba su sobrino Lot.
Pero no hubo manera… Cuando lo creyó oportuno, Dios envió a sus ángeles guerreros en forma de hombres a Sodoma para rescatar a Lot. El sobrino de Abraham los recibió y les dio casa y comida. Poco después numerosos hombres sodomitas golpeaban la puerta de Lot buscando a los visitantes que estaban en su casa para violentarlos. Lot, sabiendo quiénes eran sus huéspedes intentó defenderlos llegando al punto de ofrecerles a los rufianes, a sus dos hijas vírgenes.
Los perversos rechazaron a las muchachas y atacaron al anciano. Los ángeles hicieron que Lot entrara a su casa y pudiera cerrar la puerta y cegaron a todos los hombres que lo agredían.
La perversidad de la región era tan grande que el Señor no veía otro remedio sino destruir esas tierras. Se decía que sus habitantes cedían fácilmente a la lujuria al punto de practicar actos sexuales a plena luz del día y frente a cualquier persona. Pero el sexo no era el único pecado de la lista. Los habitantes eran extremadamente apegados a los bienes materiales, y no se sometían a ningún tipo de ética para alcanzarlos. La idolatría era abundante. Antiguos textos judaicos dicen que los visitantes eran maltratados, torturados, y atormentados también sexualmente.
Los ángeles le avisaron a Lot que tome a su familia y saliera de allí pues la destrucción era inminente. Sus yernos, los maridos de las otras hijas, pensaron que su suegro bromeaba y no lo escucharon. Lot no tuvo más remedio que agarrar a su esposa y a sus dos hijas, que vivían con él, y huir. La orden de Dios era abandonar todo, sin siquiera mirar para atrás. Lot y las hijas obedecieron al pie de la letra, pero la esposa, apegada, miró el lugar del que huían. En el instante, fue transformada en una estatua de sal. Las ciudades y sus alrededores fueron consumidos por el fuego del cielo.
El término “sodomia”, relacionado a la extrema perversión sexual, nació de este episodio. Muchos le atribuyen a esta palabra una relación con la homosexualidad, pero su significado va mucho más allá, dejando la idea de perversiones mayores.
Hoy se sabe que Sodoma y Gomorra estaban en un territorio ocupado por cinco ciudades-estado muy cercanas una de las otras, ( era una pentápolis): Sodoma, Gomorra, Admá, Zebolim y Zoar, siendo las dos primeras las más importantes y conocidas. Podrían ser comparadas, salvando las distancias, a una región metropolitana actual, formada por varios municipios rodeando al municipio mayor. Lot se refugió en Zoar, como consta en Génesis 19: 20-22.
Según estudios arqueológicos, Sodoma y Gomorra estaban en la parte que hoy está inundada por las aguas extremadamente saladas del famoso Mar Muerto.
El Mar Muerto
Limitando con el desierto de Judá, el Mar Muerto, con una extensión de 650 km2, es una pequeña incisión geográfica entre Israel y Jordania. Actualmente los dos países se dividen su control. La región occidental está bajo dominio israelita y la parte oriental en Jordania.
En hebreo recibió el nombre de Yam HaMelach (Mar Salado), en realidad, es un enorme lago como los Grandes lagos de América del Norte, denominados “mar” por su increíble extensión. Y no es porque sí que se apellida “Salado o muerto”: es la tercera porción de agua más salada del mundo, compuesta por 10 veces más de sal que cualquier mar común. Solamente pierde con los lagos Don Juan (en la Antártida) y Assal (en Djibuti, África), en ese orden.
En muchos idiomas, entre los cuales está el español, se lo conoce como Mar Muerto debido al alto índice de salinidad, imposibilitando cualquier forma de vida en sus aguas. La sal dificulta la inmersión. La alta densidad que posee impide zambullirse “empujando” a los concurrentes hacia arriba. Se flota involuntariamente, sin hacer el menor esfuerzo. Pero las diferencias no terminan ahí, sus playas están en la extensión más baja de la tierra: a 421 metros debajo del nivel del mar. El camino que lleva a la región de Ein Gedi, desde Jerusalén, es una bajada muy sinuosa con un paisaje único y exótico. Es posible ver desde allí, comunidades beduinas con sus camellos “estacionados”.
Las aguas del Mar Muerto, al igual que su lodo son ricos en propiedades terapéuticas (cavando cerca de 20 centímetros en la arena, cualquier persona puede encontrar este lodo tan particular). Por eso, en la región hay diversos SPAs y hoteles de lujo que ofrecen tratamientos para la piel, utilizando productos con materia-prima local.
Precauciones para los bañistas
La belleza de la región y las innumerables propiedades terapéuticas del Mar Muerto hacen de sus playas atrayentes invitaciones para el turismo. Así mismo, hay precauciones que todo turista debe tomar:
– En el borde de la playa, junto a la arena, hay muchos cascotes y pedazos de sal que pueden cortar los pies. Se recomienda el uso de sandalias más cerradas para protegerlos.
– Un baño en el Mar Muerto nunca pasa de unos pocos minutos. La picazón y ardor provocados por la gran cantidad de sal son insoportables, principalmente en partes del cuerpo donde hay cortes o en las mucosas. Por este motivo, no se recomienda afeitarse o depilarse antes de entrar en sus aguas.
– No es aconsejable hundir la cabeza en el agua y si la persona lo hiciera, no debe abrir los ojos. Frotarlos también puede provocar picazón y ardor.
– El agua del Mar Muerto, como la de cualquier otro mar, no es potable. Ingerirla puede acarrear graves consecuencias a la salud.