Quien llega a Tadmor, en Siria, ve una gran planicie cubierta de ruinas milenarias. Hasta donde la vista llega, restos de imponentes palacios de otro tiempo, tumbas y templos que remiten a la gran importancia del lugar en los tiempos bíblicos.
En un oasis que se encuentra a 215 kilómetros al nordeste de Damasco, Tadmor, también llamada Palmira, se encontraba a medio camino entre el mar Mediterráneo y el río Éufrates, lo que la hacía una parada obligatoria para las distintas caravanas comerciales de los tiempos bíblicos. Fue una importante provincia romana, griega y otomana a lo largo de los siglos.
El nombre de la ciudad se debe, según los investigadores, a la abundancia de palmeras, aún presentes en gran número en su apogeo. Fue llamada la “Novia del desierto”, se encontraron registros sobre ella en antiguas tablas babilonias del segundo milenio a. C, así como en la Biblia.
“Después de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa del Señor y su propia casa,reedificó Salomón las ciudades que Hiram le había dado, y estableció en ellas a los hijos de Israel.Después vino Salomón a Hamat de Soba, y la tomó. Y edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en Hamat.” 2 Crónicas 8:1-4
Por más que el registro bíblico dé la idea de que Salomón erigía la ciudad en el desierto, algunos especialistas alegan que él la fortificó después de conquistarla de manos de sus antiguos habitantes, pasando a los romanos cuando dominaron a los israelíes. Entre los que defienden que el lugar fue fundado por el hijo de David está el célebre historiador Flávio Josefo.
Cuando los seléucidas tomaron Siria en 323 a. C., la ciudad fue abandonada a su propia suerte, volviéndose independiente. Obtuvo mucha importancia cerca del siglo I a. C, debido a las caravanas. En el año 41 a. C., el emperador Marco Antonio mandó a un regimiento para dominar la ciudad. Los soldados romanos arribaron en el Mediterráneo y avanzaron. El pueblo de Palmira, al saberlo, se refugió en la dirección contraria, del lado que va hacia el Éufrates, llevando gran parte de sus valiosas pertenencias.
Siria Romana
A mediados del siglo I, Palmira era un importante nexo entre Persia y los puertos de la Siria Romana. El dominio de Roma hizo prosperar a la ciudad. Los palmirianos tenían una flota de barcos importante en las aguas del Mediterráneo y eran maestros en el comercio de la seda proveniente de la India.
Por más que Roma dominara, los palmirianos mantenían sus costumbres originarias, aunque respetaban al reino de turno. Los sasánidas conquistaron la ciudad por un corto período, pero Roma se recuperó. En el año 272, el emperador Aureliano restauró oficialmente el control sobre la ciudad. Palmira fue asaltada y saqueada, y nunca más recuperó su imponencia habitual, volviéndose una fortaleza legendaria. Cuando comenzó la era bizantina, después del poderío romano, las ruinas comenzaron a surgir.
Los árabes la conquistaron en el año 634, pero no la destruyeron. Cerca del año 800, después de guerras civiles, la población comenzó a abandonar la ciudad. Nuevamente fue convertida en fortaleza en el año 1132, cayendo en manos de los mamelucos en el siglo 13. Se sucedieron varios dominios hasta el siglo XVI, cuando Palmira se sometió al poderío otomano, siendo reducida a una villa cercana al oasis, rodeada de ruinas.
A partir del siglo XIX comenzó a ser estudiada por arqueólogos norteamericanos y europeos. Antiguos habitantes que se instalaron en las ruinas del antiguo templo dedicado a Baal, principal edificación religiosa local en ese momento cerca del primer milenio, y fueron desalojados por la autoridad francesa en 1929. Hay varios restos de culto a los dioses griegos, romanos y de culturas locales (como el citado Baal).
En 2005, los arqueólogos poloneses encontraron una estatua, detallada ricamente, de la diosa alada griega Niké, llamada Victoria por los romanos. Recientemente, otro equipo de arqueología encontró restos del mayor templo descubierto hasta hoy en el área: una iglesia cristiana, evidenciando que la ciudad tuvo acceso a la salvación antes de su caída final.
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