Sangre – Esta es la primera señal de alianza, porque identifica el sacrificio de la vida. La sangre de Jesús es la mayor señal de alianza de Dios con Sus aliados. Es la señal de Dios para el ser humano.
Pero, ¿y la señal del ser humano para Dios? La persona no tiene que usar la propia sangre para hacer evidente su sacrificio. Pero cuando se rinde al Señor en el Altar y niega su voluntad a cada día para seguir haciendo la voluntad Divina, está dando señal del sacrificio de la propia vida. La sangre de su sacrificio es la sujeción de su voluntad contraria a la de Dios.
Primogénito – La dedicación a Dios del primer hijo es otra señal de fe. Simbolizando al Señor Jesús, el Hijo de Dios, la dedicación del primogénito es señal de alianza de la criatura hacia el Creador.
Diezmo – Son los primeros 10% de todo el trabajo, dedicados a Dios. Son las primicias de las cosechas, los primeros frutos, la primera porción de torta consagrada al Primer Amor. También simbolizan al Primogénito de Dios y son señal evidente del pacto con el Altísimo.
Circuncisión – En los tiempos antiguos, era la señal más dolorosa en la alianza con Dios. Sin anestesia ni ningún instrumento quirúrgico capaz de atenuar el dolor, fue instituido por Dios como señal del pacto realizado con Abraham y sus descendientes. El corte del prepucio masculino era hecho a sangre fría con una piedra afilada.
El prepucio es la piel que envuelve enteramente el órgano genital masculino. El exceso de piel que sobrepasa la cabeza del pene era cortado. Someterse a tal cirugía significaba entrega incondicional, era un verdadero acto de fe. Era una señal física más de la alianza con Dios.
Arca – Fue otra señal evidente del pacto con Dios. Noé gastó cien años de su vida, enteramente dedicado a la construcción el arca. Incluso delante de las burlas de sus contemporáneos, sustentó su fe en la obediencia a la Palabra de Dios. Finalmente se salvó a sí mismo y a toda su familia.
Arco Iris – Es la señal dada por Dios a Noé inmediatamente después de su ofrenda de sacrificio. Es la señal de Dios para el ser humano.
No existe alianza con Dios sin la señal física de la manifestación de la fe, así como no existe matrimonio sin la señal física de la manifestación del amor – sacrificio de los novios.
El pacto con Dios exige la materialización de la fe por medio de la ofrenda de sacrificio. No es solo el dinero en el Altar, sino, sobre todo, la propia vida dedicada a la obediencia al Señor a cada día. Sin la actitud de obediencia a Su Palabra, no existe pacto con Él.
Las señales de la sociedad son señales de la fe. En el matrimonio, los novios tienen que confiar uno en el otro para unirse.
El cuerpo puede ser perfecto, pero si no tiene espíritu no tiene vida. ¡Así también es la fe! Si no está acompañada de actitud, no produce ningún beneficio. Es como un salvavidas individual. Si se pierde, se pierde también la salvación del alma.
¿Por qué Abraham?
La elección de Abraham como patriarca principal sigue el criterio Divino en la creación. O sea, escoger lo mejor para generar lo mejor, principio fundamental en la generación de calidad. Semilla de calidad, frutos de calidad.
El patriarca de la nación de Dios necesitaba tener un carácter semejante al de Job: íntegro y recto, temeroso a Dios y que se desviaba del mal. Era diferente a los demás de su época.
El carácter de Abraham en relación a sus contemporáneos lo calificaba para servir como generador de la nación en la que el Hijo de Dios iba a nacer.
A pesar de que su historia no registra ningún hecho milagroso extraordinario, su carácter atestiguaba a su favor, además de su fe.
Un gran ejemplo de eso sucedió en el rescate de su sobrino. En esa oportunidad, Lot había sido apresado y llevado cautivo. Abraham reunió a sus hombres más capaces, nacidos en su casa, y persiguió a los cuatro reyes que habían prevalecido contra cinco reinados, donde Lot estaba prisionero.
Abraham no solo venció a los cuatro reyes, sino que también liberó a su sobrino y a los cinco reyes que estaban prisioneros. Además de eso, rescató las pertenencias robadas de los cinco reyes. Y como prueba de su carácter impecable, devolvió todo a sus propietarios.
Todas las personas nacidas del Espíritu asumen la fe y, consecuentemente, poseen un carácter idéntico al de Abraham.
También su lealtad a Sara, incluso viviendo en medio de la corrupción del género humano, respondía al perfil fiel para el proyecto del Creador. Ni la esterilidad de su mujer sirvió de motivo para interrumpir su amor, su fidelidad y su consideración durante todo el tiempo que vivieron.
En la visión Divina, una persona capaz de amar, ser leal y considerar a quien ve, también es capaz de hacer lo mismo en relación a Quien no ve.
El matrimonio de Abraham fue decisivo en su elección como Patriarca de la nación de Israel. Los dos necesitaban tener el mismo espíritu, la misma fe, el mismo objetivo.