Así como Esmirna se caracteriza por la tribulación, también Filadelfia tuvo que pelear la buena batalla de la fe contra el cerco del paganismo cubierto de odio, pues la iglesia que guarda la Palabra de su perseverancia está en confrontación radical con las circunstancias de este mundo tenebroso.
El gran peligro de la iglesia, o del cristiano, es cuando hay poco o ninguna diferencia con el mundo. A partir de la modernización de la iglesia, cuando la fe cristiana pasa a ir según la corriente de impiedad del mundo, hay que preocuparse con el riesgo de perder la salvación.
El Espíritu Santo advierte, a través del apóstol Pablo, diciendo: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” 2 Tesalonicenses 2:15
Así, si la iglesia o el cristiano pasa a adaptarse al espíritu modernista de este mundo, entonces ya no tiene más esperanza: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” Santiago 4:4
La consecuencia es que el Señor cierra la puerta del Evangelio para el mundo, volviéndose sin poder el mensaje de la iglesia y sin efecto y ridículo el testimonio del cristiano.
No siempre es culpa del mundo si se burla del mensaje del Evangelio, y sí de quienes predican para los otros sin practicar lo que predican. Por eso su mensaje se vuelve insulso, sin vida, sin poder y sin autoridad.