“¡Yo quiero un cambio!”. Esa es una frase declarada diariamente por millones de personas esparcidas por el mundo. Cambiar de casa, de auto, de vida. Los cambios sirven para sacarnos de algún lugar o de alguna condición, para traernos algo mejor. También sirven para transformarnos interiormente, añaden conocimiento y también ofrecen la oportunidad de comenzar de nuevo.
Pero la verdad es que, para cualquier transformación, es necesario un ítem, ¿por qué no decir? “una pieza clave”: es fundamental que haya determinación, pues todo cambio nos completa con lo nuevo y siempre debemos adaptarnos para obtener éxito.
Los cambios también presentan siempre desafíos, y muchos no están preparados para enfrentarlos, por eso la Palabra de Dios afirma: “En esto, una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto, porque se decía a sí misma: «Con sólo tocar su manto, seré salva.» Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo:-Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.” Mateo 9:20-22.
Esa mujer vivió 12 años con el descrédito de su cura. Imagínese todo lo que sufrió durante ese tiempo, hasta que decidió ponerle un punto final. Su determinación fue fundamental para su cura.
La Palabra de Dios siempre nos orienta a seguir adelante, aunque en algunos trechos del camino encontremos obstáculos que nos hagan tropezar. Las barreras nos muestran las equivocaciones que no debemos volver a cometer. Sirven también para mostrarnos cómo debemos actuar desde ese momento en adelante y nos convertimos en ejemplo para otras personas.
Por eso, si quiere un cambio, tome una decisión. Participe de las reuniones, en una Universal más cercana a su domicilio, haciendo clic aquí.
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